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Atienza

Una ciudad-museo

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Castilla se resarce en Atienza. El medievo y el románico se han encerrado en esta villa por donde parece que no han pasado los siglos. Conserva en el ambiente las huellas del Cid Campeador, del Quijote y el encanto de la piedra, lo que hace que Atienza sea una de esas ciudades que encandila nada más verla. Seduce su pasado, convertido en monumentales arcos como el de San Juán, vestido de románico en la iglesia de San Bartolomé o protegido por el increíble castillo de la Atalaya y que vigila la región.
La paz se respira en Atienza en el precioso monasterio de San Francisco, legado del gótico; mientras que en el casco histórico nos persiguen los arcos monumentales como el de Arrebatacapas, una de esas preciosas vías que el viento elige para jugar con los caminantes (de ahí el extraño nombre de esta calle). Pero no importa, el medievo necesita tiempo para observarle, así que con la boca abierta y las piernas cargadas de caminar en la Edad Media, la calle nos intenta llevar, en pendiente, hasta la plaza del Trigo, donde es posible descansar de tanta belleza antigua, en las terracitas que surgen del bello empedrado de las vías.
La cultura espera en todos los rincones; sin embargo, son las iglesias las que la recogen con más mimo y, no es de extrañar pues Atienza tiene una gran peculiaridad, sus iglesias esconden verdaderos museos en su interior. Es el caso de la iglesia Museo Santísima Trinidad, en las lindes de Atienza, o la iglesia Museo San Gil. 

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