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Hermigua

El mejor clima del mundo

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Las campanas del convento repican dejando que su historia recorra las calles de esta localidad. Origen del municipio hace 400 años, este templo sagrado educo a los habitantes de un pueblo que ha visto cómo la civilización se ha fusionado con la Naturaleza. Este antiguo territorio aborigen es, a día de hoy, un precioso valle, paraíso de bancales verdes, plataneras, tranquilidad y sosiego. Esta alfombra verde de vegetación autóctona nace en lo alto del parque nacional de Garajonay y, tras descender por sus barrancos de Liria y El Cedro, finaliza a los pies de las playas de Santa Catalina, La Caleta y el viejo Pescante, batido por el Atlántico.

Recorrer el municipio es sinónimo de viajar entre senderos, pues las casas no se agolpan sino que se difuminan entre el verdor de su pelaje. Encontramos pequeños asentamientos a lo largo del valle, en las inmediaciones del Parque, las típicas viviendas tradicionales se han convertido en casas rurales, como son el caserío del Cedro y Los Aceviños. Si descendemos por su rio de asfalto recorreremos 23 pequeñas aldeas, donde la iglesia de Nuestra Señora de La Encarnación, como si de un agente de tráfico se tratase, nos conducirá hasta finalizar en las míticas casas de pescadores que aún se conservan en la costa de los Pedacitos.