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Mazarrón

Mazarrón vista por el sol

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Amanece en Mazarrón y es posible ver a unas ballenas asomando la cabeza  para ver la ciudadela. A estos animales casi mitológicos les encanta esta ciudad, nacida bajo el influjo de culturas antiguas como la romana, fenicia o la cartaginesa. Los rayos de sol van configurando el azul de sus aguas repartidas en 33 playas de singular belleza. Algunas, incluso, con misteriosas islas gobernadas por gaviotas o con la cultura fenicia hundiendo barcos en la playa de la Isla. Otras, más vírgenes, se cobijan en espectacular Naturaleza, salvajes, se quitan la ropa entre calas y playas nudistas como la playa Amarilla, la cala de Leños o la playa de la Grúa.

Cuando el sol se encuentra en la parte más alta deja estatuas de sombra en la arena. Hay que acercarse hasta Bolnuevo para dar cuenta de una de las obras de arte más raras de la Naturaleza: Las Gredas. Una especie de ‘gigantes’ de casi diez metros de altura que se esparcen por la costa, constituyendo otro de los increíbles paisajes que esta región murciana arroja como sin darse cuenta. Y es que en esta preciosa tierra de contrastes el sol no sabe qué alumbrar antes. Otro de sus lugares preferidos son los cotos, como el de San Cristóbal y Los Perules. Una parte de las minas en Mazarrón en la que los ríos se visten de óxido y la tierra con diferentes colores. Los romanos y el siglo XX son los 'culpables', ellos se encargaron de extraerle sus metales y de convertir esta región murciana en un increíble y agreste paisaje.

Cuando el astro rey se va descolgando, el puerto refleja todos los colores del cielo, en sus blancos barcos o desde los miradores de la bahía. En uno de los últimos trabajos del día, el sol esculpe los tonos marrones de las torres de vigía, como la de Santa Isabel. Estas eran las protectoras de Mazarrón ante la invasión bereber, al igual que la Virgen de la Inmaculada; dueña de los prodigios que obligaron a los corsarios turcos a retroceder hacia el mar. La romería del Milagro honra esas historias y viste de flores de colores Bolnuevo hasta la ermita de la Santa. Otra de las tantas maravillas que esconde Mazarrón y que hacen que el sol llegue cansado al final del día. Él se despide de las ballenas, que se escapan ante la mirada incrédula de los turistas, deseándoles desde las aguas cristalinas, las buenas noches.

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