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Navarredonda y San Mamés

Un destino para cuatro estaciones

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Si llegamos en invierno, el olor a leña quemándose en las chimeneas para combatir el frío de Guadarrama será lo primero que percibamos. Sentarse a degustar sus quesos artesanales o una buena carne con denominación de origen nos dará la fuerza suficiente para acercarnos hasta la ermita de San Mamés que, con su tejado cubierto de nieve, nos mostrará todo su encanto medieval. En primavera, la Chorrera de San Mamés se mostrará generosa, regalándonos la vista con un cauce de agua crecido que salta alegremente, bañando las rocas. Si nuestra visita coincide con el verano, se convertirá en el refugio perfecto para escapar del calor agobiante de la gran ciudad, a menos de 100 kilómetros de ella, y podremos comprobar cómo funciona el antiguo reloj de sol de la localidad. Y el otoño es el momento ideal para acercarse hasta la iglesia de San Miguel Arcángel y acompañar a los habitantes del pueblo a celebrar su santo, mientras contemplamos cómo los árboles van cambiando el color de sus hojas. Cualquier época es buena para visitar este municipio.