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San Felices de Buelna

Las montañas y su rastro en piedra

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Con todo el encanto de un pueblo rural cántabro cuya estampa la marcan las montañas, los prados donde pasta el ganado y casitas rompiendo la monotonía del verde, San Felices de Buelna se destaca entre otros similares por su valioso ramillete de patrimonio histórico y artístico, con cinco bienes declarados de interés cultural concentrados  en su término municipal. Entre ese manojo de tesoros destaca la singular Torre de Pero Niño, en la pedanía de Llano, una llamativa edificación en forma de cubo levantada en el siglo XIV, que hoy funciona como un museo, y que nos ayuda a conocer la vida en la baja Edad Media. Igual que también nos transporta al pasado, aun sin necesidad de exposiciones, la Iglesia de San Félix, en Rivero, la capital del municipio.

Si queremos conocer más sobre las esencias de San Felices de Buelna, en otro de los barrios del municipio, Tarriba, la Cueva de Hornos de la Peña lleva las lecciones de historia hasta mucho más atrás, con restos arqueológicos que se remontan al Paleolítico Medio. Fue hogar de neandertales y cromañones, quienes dejaron allí sus grabados en forma de caballos y otros animales. Pero la historia de San Felices de Buelna se puede rastrear en muchas más piedras con solera, como la Cueva de Sovilla, con sus propios y misteriosos grabados obra del cincel prehistórico. O, también, en los castros del monte Dobra, viejos asentamientos defensivos cántabro-romanos que son una lección de cómo estos aprovechaban la orografía para fortificarse.