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Santa Comba

Un alto llano cruce de caminos

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En diagonal atraviesa el río Xallas la llanura de Santa Comba, casi sin sobresaltos en el terreno y aportando una gran riqueza a la localidad y a la comarca que le da nombre. La pesca deportiva es muy apreciada por los lugareños y Santa Comba, a unos 62 kilómetros de A Coruña, es punto intermedio de peregrinos y comensales, cruce de caminos que llevan a tierras de Finisterre, Santiago y A Coruña. Una quincena de castros recorren el municipio y otro tanto número de parroquias lo conforman, con una población diseminada, pero rica en fiestas como las de San Pedro y San José. El ocio nocturno está cobrando notoriedad en estos tiempos, sobre todo los fines de semana, y el ocio diurno es posible en los núcleos urbanos, pues a nada que se ande un poquito o se hagan excursiones en coche o en bicicleta se encuentran escudos, palacios, casas nobles, castros, pazos de los siglos XVI-XVII, como el de Covelo, Cícere de Enriba y Cícere de Ambaixo, y mucha agua con cruceiros por el camino; unos 50 cruceiros esparcidos por las tierras de las parroquias de Cícere, Castriz, así como molinos, y hórreos.

Santa Comba es una localidad joven que anda sola desde el siglo XIX, amparada por San Miguel en su santuario de Rubín. Retornados los que marcharon en tiempos de hambruna, el oro negro se explotó durante el siglo XX, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, así como las minas de Varilongo, que proporcionaban wolframio, estaño y arsénico, entre otros minerales. No debe olvidarse la visita a la Torre de Randufe, de la que cabe reseñar la gran puerta finalizada en arco de medio punto y con cantería de calidad. En la parroquia de Alón se levanta la iglesia de Santa María de Alón.

Santa Comba es un punto en el mapa que no se apagó con la desaparición de su industria minera. El cultivo y el ganado siguen aportando riqueza y gastronomía a la zona, y los que acuden a esta localidad encuentran algo más que buena cocina: paisajes de cuento con fuentes en los caminos, verde, niebla, luz y caminos. Si se tiene el buen ojo de hacer un alto en Santa Comba, nuestro apetito se saciará con los sabores y las texturas de sus fogones, pues a buen seguro que entre monumento, pazo, castro e iglesias se encontrará algún típico restaurante donde apetezca saciar el apetito.

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