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Santo Domingo de Silos

Remanso de paz burgalés

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Si lo que se busca es tranquilidad y armonía, este punto del comienzo de la Sierra de la Demanda es el lugar adecuado. Santo Domingo de Silos tiene en el monasterio benedictino su mayor joya, una famosa fuente de paz gracias a la escucha de los cánticos gregorianos de sus inquilinos y su precioso claustro románico, lleno de columnas e imágenes en relieve sobre la vida de Cristo. En su museo, el visitante podrá admirar arras del medievo y siglos posteriores y piezas tan importantes como es el frontal de Silos, cuyo original se conserva en el museo de Burgos. La cerámica de Talavera tiene su hueco en la botica, con 400 tarros conservados en una dependencia que reúne una biblioteca y un laboratorio con material de la época. Al visitar la tumba de Santo Domingo, primer abad del monasterio, no será raro encontrarse con algún peregrino. La pequeña villa no figura en el trazado oficial del Camino de Santiago por la parte francesa, pero los creyentes se desvían para rendir homenaje.

Fuera del complejo monástico, tomar algo en la Plaza Mayor permite disfrutar de una vista panorámica de sus antiguas casas junto a la iglesia de San Pedro y la iglesia de Santo Domingo. Si se decide abandonar el núcleo urbano guiados por el sonido del agua cristalina del río Mataviejas, hay que animarse a seguir su curso hasta que el arroyo El Cauce nos transporte al impresionante desfiladero de La Yecla, otro escenario de descanso y silencio únicamente interrumpido por la naturaleza que rodea al visitante.