{{title}}
{{buttonText}}
1 /

Tortosa

Belleza señorial en la capital del Bajo Ebro

Compartir

Monumental es un adjetivo a veces desgastado cuando se habla de turismo. Pero el epíteto le viene a Tortosa como un traje a la medida. Este municipio tarraconense no alardea con lenguaje superlativo en trípticos y folletos porque no lo necesita. Tortosa, rotunda y contundente, ha sido declarada Conjunto Histórico-Artístico y algunos de sus edificios, como el castillo de la Suda, son Monumento Nacional. Nos espera una exquisita síntesis de arquitectura medieval, renacentista, barroca y modernista. Tortosa es indicada para paladares exigentes. De entrada, pocas ciudades pueden ofertar alojamiento en un castillo árabe, en lo alto de una colina. Tortosa sí, en el Castillo de la Suda, reconvertido hoy en Parador de Turismo. A sus pies reposa la necrópolis y los restos de la antigua muralla. El conjunto urbano, ya de lleno en la visita, nos depara maravillas como la Catedral de Santa María de Tortosa y el Palacio Episcopal, ambos del siglo XIV. De este siglo también datan el claustro gótico del convento de Santa Clara y la Lonja, un recinto donde se fijaba antiguamente el precio del trigo para toda la parte occidental del Mediterráneo. Tampo podemos faltar a la cita con los Reales Colegios de Tortosa, que desde mediados del siglo XVI sirvieron para dar educación a los moriscos. El modernismo, sin embargo, también tiene su pequeña vitrina. En ella destaca el Museo de Tortosa, ubicado en el antiguo Matadero municipal. La sensación general es que hay un cuidado equilibro en la atmósfera de este municipio. Incluso en sus fiestas. El pasado lo celebra con una Fiesta del Renacimiento. El presente, con un festival internacional de jazz. Buena música para acompañar su reflejo nocturno en las aguas quietas del Ebro.