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Vilaboa

Un lujo arbóreo sobre la ría

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Casi nueve kilómetros de costa desde el puente de Rande hasta el fondo de la ría de Vigo. El municipio pontevedrés de Vilaboa, atravesado en su territorio por la Autopista del Atlántico, cuenta con una situación privilegiada, limítrofe con Pontevedra pero a un paso de Vigo. Su litoral ofrece varias calas y las playas de Deilán y Areeiro. En el interior destaca el parque natural de Cotorredondo, con las impresionantes vistas de su mirador, desde donde se puede contemplar buena parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas: Cíes en Vigo, Ons en Pontevedra y hasta Sálvora en la Ría de Arousa.

La historia del municipio está ligada a dos hechos fundamentales: el estrecho, donde tuvo lugar la conocida batalla de Rande (23 de octubre de 1702) con la armada anglo-holandesa, y la instalación en la misma ensenada de las conocidas como salinas do Ulló, hace tiempo abandonadas pero que desde finales del siglo XVII fueron explotadas por los jesuitas de Pontevedra. Allí mismo, a finales del XIX, fue construido uno de los pocos molinos de mareas existentes en Galicia. Hoy, sus ruinas (granja, viviendas, canalizaciones) merecen una visita, ya que se encuentran en las conocidas como marismas de Vilaboa, zona de especial protección para las aves por su riqueza.

El parque natural de Cotorredondo, situado a 550 metros de altitud, se extiende por los municipios de Vilaboa, Marín e Moaña y alberga la mayor colección de árboles de Galicia alrededor del lago Castiñeiras. En 1927, acogió la plantación del primer árbol del plan de reforestación de Pontevedra (ensayo para la de España), y sus vecinos luchan hoy en día desde una fundación por su conservación y la puesta en marcha de un jardín botánico. A un paso, está el mirador de Cotorredondo, para una amplia panorámica sobre las Rías Baixas. En el entorno del lago, cuenta además Vilaboa con un conjunto de vestigios megalíticos, entre los que destaca el dolmen ‘Mámoa do Rei’.

En cuanto al patrimonio religioso, entre sus cinco iglesias parroquiales, destaca la más antigua, de 1387, San Martiño de Vilaboa, con una fachada barroca enmarcada por pináculos, capiteles románicos en su interior y un curioso Agnus dei sobre un pedestal en la parte posterior del tejado. Formando parte de este conjunto de parroquia y rectoral, está uno de los hórreos más grandes de Galicia, del siglo XVIII y restaurado en 2014, sostenido en granito sobre 36 pies (doce grupos de tres). Junto a la de San Adrián de Cobres, está la paneira de su rectoral, un hórreo de 1772 de dos pisos construidos sin postes sobre muros de carga.

Varias rutas de senderismo, alguna con salida en las Salinas do Ulló, permiten disfrutar de los múltiples valores paisajísticos del litoral (islas Alvedosas, isla de San Simón y la ría de Vigo con la silueta del puente de Rande) y conocer otros atractivos etnográficos del municipio, como la treintena de molinos do Riomaior, los molinos de Vilaboa o la conocida como ‘Pedra dos Caralletes’ en el puerto de Acuña. La ruta da Pedra Miranda, de 8 kilómetros, pasa por el mirador da Punta do Castelo y se acerca hasta la Canteira das Lapas, un área recreativa con laguna artificial ubicada en los restos de una antigua cantera.

Es el Carnaval de Cobres la fiesta más destacada en Vilaboa, con orígenes a principios del XVIII y declarado de Interés Turístico de Galicia, y que se celebra en las parroquias de San Adrián y Santa Cristina de Cobres. Ahí llegan los tradicionales bailes de las madamas y los galáns, vestidos con sus espectaculares trajes, y la corrida do galo el martes de Carnaval. La fiesta se cierra con el sermón del predicador.

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