Colegiata de Santa María

Borja, Zaragoza

Qué ver

Imperial como ninguna, la colegiata de Santa María se levanta sobre la plaza de Nuestra Señora Peana como el mayor de los gigantes. Compuesta por la unión de iglesia de una sola nave y claustro cuenta con dos enormes brazos, en forma de torre, que destacan sobremanera. Ambas imponen respeto incluso desde las afueras de la villa. Románico, gótico, barroco y mudéjar adornan su fachada. Una peculiar simbiosis que le añade aún más encanto a este monumento de piedra. Si su exterior deja el nombre de arte en lo alto, su interior termina de colocarlo en la cúspide más elevada. Obras varias y una enorme colección de pintura gótica adornan sus muros, toscos por fuera y tremendamente interesantes por dentro. Son reseñables varias capillas como la del Santísimo Cristo, con una talla del siglo XVI repleta de calidad; la de San Isidro con un bonito retablo ornamentado y, sobre todo, la que rinde tributo a su patrona: la Virgen de la Peana, entre otras. Esta última cuenta con un hermoso retablo de época barroca en el que sobresale la efigie de la propia Santa y la escultura de San Babil. En el altar Mayor, también barroco, varias figuras religiosas como San Pedro, San Pablo o San Juan Bautista pugnan por ser la estrella de un conjunto artístico difícil de olvidar. Este termina de confirmarse con la Eucaristía, decorada con un magnífico rosetón, la Sala Capitular y la Sacristía Mayor. El órgano suena y las dulces voces provenientes del canto de los niños del coro son las encargadas de poner el broche de oro a una visita inigualable.