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De la Sierra de Alcaraz a los Montes de Ciudad Real

Viaje en el tiempo a través del Corpus Christi

Actualizado: 28/05/2018

La festividad del Corpus Christi, ese domingo que regala luz, color, aromas y ritmos, perpetúa rituales ancestrales en algunos de nuestros pueblos y aldeas. Nos perdemos por el interior de Castilla La Mancha para conocer tres de los más singulares en pequeñas localidades con parada técnica de avituallamiento en el lagunar de Villafranca de los Caballeros.

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Las alfombras de Villanueva de la Fuente

Están asomando las primeras luces del día y en las calles de Villanueva de la Fuente hay un ajetreo inusitado. Muchos vecinos apenas han dormido para terminar las alfombras y otros ya están sacando las mejores colchas que engalanarán las principales calles de su pueblo, un municipio del ciudadrealeño Campo de Montiel y de la albaceteña Sierra de Alcaraz.

Alfombras recién terminadas con las primeras luces del día.
Alfombras recién terminadas con las primeras luces del día.

Hace unos cincuenta años que los habitantes de Villanueva de la Fuente convierten el suelo de sus calles en pasillos de serrín coloreado que se desbaratarán horas después al ser pisoteadas por el paso de la procesión del Corpus Christi. El respeto a la naturaleza hizo que se sustituyeran las antiguas sendas, hechas con plantas aromáticas como cantueso, mejorana, tomillo y romero, por los sacos de virutas que el ayuntamiento de turno gestiona gratis a sus paisanos.

Las hormigoneras hacen su mezcla de serrín con colorante la víspera.
Las hormigoneras hacen su mezcla de serrín con colorante la víspera.

Los madrugadores llegados para la fiesta contemplan boquiabiertos las filigranas de las impolutas alfombras recién hechas, pero pocos han tenido la ocasión de contemplar el esmerado proceso de estas obras efímeras. Al anochecer, en la víspera del día sagrado, las pequeñas hormigoneras mezclan las partículas de madera con agua tintada de colores y las convierten en una fantasía cromática que, horas más tarde, se irán colocando dentro de un contorno que se ha dibujado, previo diseño, desde un molde de láminas de cartón o madera.

Haciendo las plantillas durante la noche.
Haciendo las plantillas durante la noche.

Todo un trabajo en equipo que mantiene en vigilia a los villanovenos de todas las edades gracias a las fritillas, unas tortas fritas de masa de pan que se acompañan con chocolate caliente durante los descansos nocturnos. Ya de madrugada, las mujeres sacan las colchas de sus dotes para convertirlas en arcos por donde pasará la custodia entre altarcitos, macetas y flores.

Las vecinas decoran las calles con las colchas de sus dotes.
Las vecinas decoran las calles con las colchas de sus dotes.

Los Pecados y Danzantes de Camuñas

Una hora y media de camino nos resta hasta llegar a Camuñas, en Toledo. Pocas curvas y rectas interminables nos llevan en dirección a carreteras poco transitadas de paisajes dorados y viñedos con pámpanos verdes. La presencia en las calles de Pecados y Danzantes, los protagonistas de hoy en Camuñas, hace que miles de curiosos que visitan este municipio azafranero saquen sus cámaras y móviles para contar en directo la riqueza que la cultura popular ha ido adquiriendo a los largo de los siglos.

Pecado saltando y corriendo y que caerá rendido ante la custodia.
Pecado saltando y corriendo y que caerá rendido ante la custodia.

Un enrevesado repertorio de personajes puede hacer que no te percates al detalle de la trama de esta especie de auto sacramental con vocación barroca. La visita al Museo Etnológico de Camuñas, ubicado en la plaza Vieja y dedicado casi exclusivamente a este día, hará que nuestra curiosidad se avive y podamos comprender esta joya declarada de Interés Turístico Nacional.

Si cerramos los ojos y agudizamos el oído, un sonido vibrante y repetitivo suena con eco por las calles del pueblo. Es el Porra que llega con su maza marcando un ritmo que sigue un coro de sonajas, tambor y castañuelas. Una sensación inquietante nos pone alerta y nos traslada a sones ancestrales de otras culturas lejanas.

Ahí llegan los Pecados y Danzantes, el Bien y el Mal. Los primeros, con largas varas y máscaras de cartón de rojo vivo, nariz chata y cuernos encintados, se suceden en impetuosas carreras que terminan con un salto delante la cruz y clavando la rodilla en la tierra. El maligno cae derrotado y se desenmascara cabizbajo ante la victoria de la Gracia.

El Alcalde, el Pecado Mayor y la Madama (el único personaje femenino también representado por un hombre).
El Alcalde, el Pecado Mayor y la Madama (el único personaje femenino también representado por un hombre).

Si la Pecadilla, el Correa o el Pecado Mayor son los personajes principales entre los Pecados; el Capitán, el Alcalde y el Judío Mayor son la máxima jerarquía de los Danzantes y, tanto unos como otros, se ganan su puesto por una antigüedad que acredita su respeto. Secundarios de primera de este reparto son el Porra, el Tambor, el Cordel y el Escopetero. La Madama, símbolo de la Gracia y el único papel femenino del elenco, también lo interpreta un varón vestido con enaguas adornadas de puntillas, pololos y miriñaque. La destreza, la agilidad y el sentido del ritmo suplen a la exigida veteranía del resto.

Un Danzante que representa el Bien frente al Mal, con la máscara sobre la cabeza y la nariz sobresaliendo de esta.
Un Danzante que representa el Bien frente al Mal, con la máscara sobre la cabeza y la nariz sobresaliendo de esta.

Sin Danzantes no habría Pecados y aunque se contrapongan unos a los otros, la presencia de los primeros no tendría sentido si no existiesen "los malos". Vestidos con pantalón blanco y cintas de colores a la cintura, sus máscaras, del mismo rojo que la de los Pecados, tienen grandes huecos en los ojos y una nariz arqueada. Al compás de sus sonajas, acompañando al resto del séquito procesional, se alejan del casco urbano de Camuñas para seguir su fiesta en las casas de los cofrades y dejar la disciplina de la carrera oficial.

Camino de Porzuna

Doce kilómetros nos separan del complejo lagunar de Villafranca de los Caballeros, donde podremos darnos un baño y comer en alguno de los restaurantes y chiringuitos que se reparten por sus orillas. Declarado Reserva de la Biosfera, este oasis en medio de la seca llanura manchega, sorprende por sus aguas curativas y la adaptación de los alrededores para el ocio familiar y recreativo.Todo un lujo para reponer fuerzas y seguir nuestra excursión en busca de una danza ancestral.

Salvadas las horas de calor y repuestos del madugrón nos dirigimos a Porzuna, a la comarca de los montes de la provincia de Ciudad Real. Alrededor de una hora nos llevará este trayecto hacia el OE por las carreteras CM-4120 y CM-4114.

Atuendo de los Danzantes, mantón de Manila incluido.
Atuendo de los Danzantes, mantón de Manila incluido.

Un olor dulzón de plantas aromáticas nos recibe cuando pisamos las calles de este municipio de 3.600 habitantes, el más grande de los tres que visitamos hoy. Altares adornados con las mejores galas marcan el recorrido de esta celebración que tiene como privilegio salir por la tarde.

Los Danzantes, auténticos protagonistas de la fiesta, son rodeados por el gentío a las puertas de la iglesia donde dentro de poco comenzarán a bailar de espaldas,dando siempre la cara a la hostia consagrada. Mantones de Manila, como aquellos que llegaron de China para vestir a las mujeres españolas más castizas, cuelgan de los hombros de los doce privilegiados que no pararán de bailar hasta que se ponga el sol.

Los doce Danzantes esperando la salida de la iglesia.
Los doce Danzantes esperando la salida de la iglesia.

Si en Camuñas la banda sonora era pura percusión, en Porzuna las cuerdas de los instrumentos de pulso y púa nos recuerdan que estamos lejos de las tierras norteñas donde prevalecen los instrumentos de viento. La melodía de esta danza única es cadenciosa y de una belleza que invita a la calma. No es de extrañar que se le concediera el galardón de Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Bien Inmaterial, una distinción para dignificar estos elementos patrimoniales que heredarán futuras generaciones.

No existe documentación precisa de los orígenes del ritual, pero ya existía la aldea de fuente Porçuna en el siglo XIII, época en la que el papa Urbano IV instituyó la fiesta del Corpus Christi y comenzaron a escucharse melodías medievales dentro de los templos. Otros expertos manifiestan que las notas musicales de esta pieza estarían inspiradas en el relato del traslado del Arca de la Alianza.

Los doce Danzantes, como los doce apóstoles y las doce tribus de Israel, se mueven lentos sin mover apenas los brazos, manteniendo uno levantado y el otro en el pecho. Cada uno de ellos posa la rodilla en el suelo cuando le toca bailar delante de la custodia. Apenas queda luz en las calles y todos vuelven a la iglesia con los últimos rayos del sol.

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