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Carmen Adán y Víctor Piñero aplican su exitosa experiencia con ‘La Candela’ a este “híbrido entre abacería y restaurante” con vocación de lujo popular que es 'El Ángelus', ubicado en un viejo comercio primorosamente rehabilitado de Cádiz.
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Hace más de 12 años -en un 2012 muy especial para Cádiz por marcar el segundo centenario de la aprobación de la primera Constitución Española en la ciudad- Carmen Adán y Víctor Piñero abrían su primer restaurante. Eran dos veinteañeros formados en la Escuela de Hostelería local y fogueados luego con miles de kilómetros de curiosidad, desde América hasta Japón. Al regreso de esa vuelta por el mundo inauguraban ‘La Candela’ (Recomendado por Guía Repsol; Feduchy, 3).
Desde entonces, esa aventura cosmopolita llena de guiños a la gastronomía de varios países, especialmente la nipona, ha sido un triunfo permanente entre visitantes y gaditanos. La salud comercial de esa propuesta sólo sufrió un problema universal, el pandémico. Antes y después, un éxito de crítica y público que se mantiene vigente.
Animados por ese precedente e ilusionados por llevar su curiosidad gastronómica a otro proyecto sin renunciar al anterior, Carmen y Víctor inauguraban este mes de mayo ‘El Ángelus’, en la Plaza de Candelaria de Cádiz, apenas a cien metros de su nave nodriza, cerca de la conocida estatua al orador máximo, Emilio Castelar, verdoso entre las palmeras.
El nombre marca la propuesta. "Claro, es por eso, era la idea desde el primer momento. Abrimos cada día a las 12:00 de la mañana, a la hora del Ángelus, cuando la tradición católica dice que ya se puede beber alcohol", sonríe Carmen.
Esa oración pagana tiene una bebida oficial propia. Es el vino espumoso más blanco y célebre. De cavas y otros nacionales al francés -faltaría más-, se sirven por copas. Todos, siempre, “a partir de precios populares, nada de elitismo”.
Tanta es la voluntad de acercar ese elixir del amor y la alegría a cada consumidor que el local cuenta con un botón del champán. “Mira -lo señala la copropietaria-, lo tocas y te servimos una copa inmediatamente, sin preguntar más, al margen de lo que hayas pedido antes o vayas a pedir después". Víctor Piñero define el proyecto como “champanería de barrio”.
La bodega es uno de los grandes atractivos de ‘El Ángelus’, con vinos de todos los colores y cunas. La condición gaditana otorga un respetuoso y notable lugar para los generosos, desde Gutiérrez Colosía hasta varios de la Bodega Viuda Manjón o una manzanilla pasada de La Maruja. Originales blancos, tintos y rosados -"andaluces" o del "resto de España" en la carta-, completan un catálogo con carácter. El apartado gastronómico es menos filoasiático e internacional que en ‘La Candela’. “Aquí queríamos complementar con algo más tradicional, más andaluz, un híbrido entre abacería y restaurante", un espléndido punto medio entre taberna fina y noble casa de comidas.
La carta para comer es tan transparente como el mejor champán y deja claras las intenciones con espacios visuales diferentes. Orienta al comensal desde el primer momento. Los inicios, todo con las manos y de "un bocado", agrupan gildas, ostras y anchoas dentro de una larga proposición de "laterío, semiconservas, chacinas y quesos".
La carta de platos para arrancar y compartir está centrada en esa memoria local, que buscan y encuentran gracias al prestigioso producto de la zona. Ensaladas y ensaladillas o salmorejo presumen de huerta gaditana. La pavía de bacalao con mayonesa de adobo, el inevitable y gaditano dobladillo de solomillo de atún en hojaldre o el montadito de calamares fritos con alioli dejan constancia de la voluntad familiar, como la "cazuelita de guiso del día".
Pero el papel central, el protagonismo estelar, es para las brasas. Un altar de fuego y carbón permite disfrutar tanto "del mar" -pulpo, lubina o arroz negro con calamares y gambones- como de las carnes. Chuletón de lomo alto y bajo de frisona gallega, T-bone y entrecot de su prima "centroeuropea" o burguer de wagyu (180 gramos de ternera japonesa).
A las guarniciones más comunes pero cuidadas se añade, por ejemplo, la escalibada. Puerro, alcachofas, burrata ahumada y pesto de tomate seco con almendra también salen del calor rojo y negro.
Copa y plato cuentan con un aliado esencial en ‘El Ángelus’: el lugar. Carmen y Víctor suspiran al recordar “los muchos, muchísimos, meses de obras. Se nos hicieron largos, fue duro”. El resultado parece merecer la pena. La rehabilitación de un viejo comercio del centro de Cádiz, originario del siglo XIX, resulta de las más espectaculares en la zona en mucho tiempo.
Asombran la altura de los techos, propia de otras décadas, los arcos y bloques de la autóctona piedra ostionera a la vista. Santiago Barrera y Miguel Guardiz, del estudio gaditano de arquitectura MCK, son los responsables de un logro completado con una decoración sobria y pétrea.
Con futura terraza en la Plaza de Candelaria, el local está dividido en dos áreas. A la entrada, las mesas altas -y el botón del champán- junto a una isla en la que Víctor y su equipo preparan la cocina fría a la vista de un público que puede consumirla ahí mismo. La cocina caliente está al fondo, tras el salón formal ubicado bajo una bodega elevada "que también tendrá mesas", a modo de reservado en alto.
La notable amplitud vertical permite juegos visuales con escaleras, reales o simuladas, estantes infinitos y lámparas llovidas para un espacio casi monacal. La sensación de templo devuelve al visitante de inicio. Todo comienza con un rezo, el del ‘Ángelus’.
‘EL ÁNGELUS’ - Candelaria, 12. Cádiz. Tel. 956 97 96 23.
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