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Patio de la 'Posada El Priorato del Val' (Palencia)

Casas rurales y hoteles en medio de la naturaleza

¡Escóndete del mundo!

Actualizado: 22/04/2020

Rodeados de unos bosques exuberantes o páramos fascinantes, con unas terrazas para sentarse y no levantarse jamás o con una piscina para refrescarse mientras el sol broncea la cara… Sabemos que, por ahora, debes quedarte en casa para protegerte y proteger a los tuyos. Pero mientras puedes inspirarte para tu primera escapada con estos hoteles y casas rurales, donde lo que casi menos importa es lo que ofrecen dentro.

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1. A solas con el Cantábrico

Este hotel está pensado para desconectar el móvil, tirarse sobre la hierba y observar el mar. El sonido de las olas y el cielo tiñéndose de distintos tonos de rosas y azules son lo único que importa en el momento en el que llegas a 'Casa Haitzalde', un Bed & Breakfast de seis habitaciones situado en Mutriku, el último pueblo de Guipúzcoa que linda con Vizcaya. La costa vasca que llega hasta Francia se muestra ante ti.

El cielo de la costa vasca se tiñe de distintos tonos de rosa para los clientes de 'Casa Haitzalde'. Foto: Yoana Salvador.
El cielo de la costa vasca se tiñe de distintos tonos de rosa para los clientes de 'Casa Haitzalde'. Foto: Yoana Salvador.

2. ¡Al fin solos!

Sin hijos, sin amigos, sin familia. Solos los dos. ¿Te imaginas? Hay un lugar magnético pensado para escaparse y gozar de la privacidad que te ha sido arrebatada en los últimos tiempos. Habitaciones en las que puedes bailar, bañeras para compartir, rinconcitos a la luz de la luna… y mucha paz. Es la 'Masía Encís d'Empordà'.

'Masía Encís d'Empordà' (Casavells, Girona)
Un piscina resguardada de las miradas ajenas. Foto: Sofía Moro.

3. Perderse en el monte gallego

El bosque se abre paso susurrando hasta los cañones del Sil y tu vista vuela desde el mirador del salón Quitapesares. El 'Parador de Santo Estevo de Ribas de Sil' es uno de esos lugares en los que el lujo es el paisaje. El enclave natural de este monasterio benedictino aúna la magia suficiente para arrancarte de la rutina diaria, absorbiendo su silencio y su quietud o explorando los caminos que lo rodean protegidos por árboles centenarios.

Terraza de la Sala Quitapesares.
La terraza de la Sala Quitapesares del Parador alivia cualquier tristeza con sus vistas. Foto: Sofía Moro.

4. El lujo es el paisaje

Es lo primero que dice Daniel Delgado, uno de los tres socios del hotel 'Consolación', enclavado en medio de la apabullante naturaleza de El Matarraña. Desde cualquiera de los diez cubos de madera integrados entre pinos y encinas, uno se siente parte del agreste y semiprovenzal entorno que Cézanne inmortalizó en el sur de Francia.

Habitaciones vistas desde fuera del Hotel Consolación
Los cubos integrados en la naturaleza que forman el hotel 'Consolación'. Foto: Sofía Moro.

5. Arropados por siglos de historia

Allí donde el Tajo dice adiós a España, el viajero puede realizar una verdadera inmersión histórica, sin perder los privilegios que ofrece el sigo XXI, alojándose en la 'Hospedería Conventual de Alcántara'. Este es uno de los grandes tesoros escondidos de este pueblo cacereño, que además cuenta con un entorno de película: un puente romano increíble, lagos surgidos en extrañas circunstancias y paseos en barco por el Parque Natural del Tajo Internacional.

La piscina de la 'Hospedería Conventual de Alcántara' (Cáceres).
La piscina de la 'Hospedería' es un buen lugar para reconectarse con el entorno. Foto: Hugo Palotto.

6. Espiando el pasado por el ojo de una cerradura

En la 'Posada El Priorato del Val', esa mezcla de olor a humo y pueblo al atardecer, cuando los días se acortan, o a hierba segada en verano, te entra en la piel antes de cruzar la puerta. Aunque eso es casi lo de menos: aquí estás en el norte de Palencia, entre la magia de los ríos que corren aún con las nieves de los Picos de Europa, a kilómetros andando de las joyas del románico palentino que puedes empezar a trillarte desde Aguilar de Campoo, y en el corazón de la ruta de los eremitas, los ermitaños del siglo VIII y IX. Si no quieres salir de casa, siempre te quedará su magnífico patio y olvidarte de todo.

Entrada de la posada rodeada de naturaleza.
La entrada de la posada ya invita a soñar con la naturaleza. Foto: José García.

7. En simbiosis con la naturaleza

Un ventanal del techo al suelo en una minicasita de dos plantas permite vivir casi dentro de un pinar con la sierra de Las Hurdes al fondo. Si esta conexión con la naturaleza no te resulta suficiente, saber que contribuyes a cuidar el planeta solo con dormir aquí, seguro que además de relajarte te aliviará la conciencia. Hablamos de los 'Alojamientos Bioclimáticos Akassa', ubicados en Las Hurdes.

En el corazón de Las Hurdes las casas alargadas de 'Akassa'. Foto: Hugo Palotto.
En el corazón de Las Hurdes las casas alargadas de 'Akassa'. Foto: Hugo Palotto.

8. Donde duermen los elfos

Amanece y una débil luz atraviesa los árboles que envuelven completamente esta casa. El canto de un gallo da el pistoletazo de salida a un nuevo día en las montañas del Valle del Jerte donde prevalecen el canto de los pájaros y el olor a campo. En 'La Casa del Bosque' se inicia así otra jornada en el corazón del valle.

Una de las entradas de las casas rurales
La vegetación parece adueñarse de una de las entradas de esta casita rural. Foto: Hugo Palotto.

9. La desconexión está en el Pirineo

Extraviada entre los bosques y colinas de la comarca del Ripollés, en la puerta de entrada del Pirineo de Girona, encontramos 'Mas El Mir'. Una antigua masía catalana del siglo XIV, cinco habitaciones y unas vistas de cuento de todo el valle. Bienvenidos al templo de la desconexión. Este hotel rural se pone al servicio de la naturaleza con tranquilidad, sencillez y buen gusto.

Los primeros documentos encontrados de la masía datan de 1366. Foto: Javier Martínez Mansilla
Los primeros documentos encontrados de esta masía datan de 1366. Foto: Javier Martínez Mansilla.

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