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Paseo en barco por el Canal de Castilla

Herrera de Pisuerga, Palencia

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El viaje en barco –eléctrico, silencioso y ecológico– por tierras de los antiguos reinos de Castilla y de León, territorios ariscos y alejados del mar, es una obra tan racional que quizá por eso genera sensaciones mágicas.

Se trata del Canal de Castilla, creado por lo mejor de la Ilustración española, quienes a su vez también tuvieron grandes sueños y referentes, como por ejemplo Leonardo da Vinci.

Al genio del Renacimiento se deben las 49 esclusas que permiten salvar los desniveles en los más de 200 kilómetros navegables del Canal, construido a partir de 1754. La idea fue concebida por Antonio de Ulloa y ejecutada con los oficios del Marqués de la Ensenada, hombre de gobierno que convenció al rey Fernando VI de la importancia de comunicar el comercio de la meseta con la costa y viceversa.

"La esclusa que subimos en este tramo con el barco es del tipo de las ovaladas. Estamos en el único canal navegable de España y este es el ramal Norte, el primero que se edificó".  Luis Antonio Arroyo es un informático deslumbrado por los ilustrados y por eso explora desde hace años en los archivos de Herrera de Pisuerga, buceando entre los sueños y las consecuencias económicas de aquella gente.

De pie, en el pasillo central del barco llamado 'Marqués de la Ensenada', cuenta la historia de este ambicioso proyecto mientras surcamos las aguas tintadas de verde entre olmos, chopos, alisos, sauces, arbustos, carrizos o espadañas. Con estirar la mano se podrían tocar. 

Los hombres de Fernando VI se dan cuenta de que Castilla y León es una región agraria que no consume todo lo que produce, especialmente en cereales, pero no hay vías de comunicación para exportarlo. De los cuatro puntos cardinales que nos rodean, tres están cerrados por montañas y el otro, el del Duero, es una frontera política (Portugal). Estos argumentos convencen al Rey para proyectar y ejecutar esta obra.

Con el barco a las puertas de la esclusa ovalada –uno de los grandes momentos del viaje de algo más de una hora– Luis Antonio aprovecha para añadir datos: "En esta obra, Ulloa fue acompañado por el francés Carlos Lemaur, con el que recorrió las cuencas de los ríos de Palencia y Valladolid. El resultado de esos viajes fue el proyecto de 'Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y León', para el que se proyectaron cuatro canales: el del Norte –por el que viaja el 'Marqués'– el de Campos, el del Sur y el de Segovia”.

Para entonces, ya hemos salvado el corazón de la aventura, el centro de la esclusa ovalada, ese sistema que diseñó Leonardo da Vinci en el siglo XV y copiaron los ingenieros europeos. La experiencia es extraña. Una vez que el barco está entre las dos paredes laterales, comienzan a cerrarse las puertas. Las frondosas orillas son ahora cuatro paredes entre las que el 'Marqués de la Ensenada' está encerrado. El torrente de agua que cae sobre la esclusa hermética crece y el barco sube impulsado por el agua, hasta que de nuevo queda al borde de las verdes orillas y retoma su marcha, canal arriba. Queda poco para dar la vuelta, otra experiencia.

Hubo un tiempo en que por este río artificial navegaron más de 300 embarcaciones; su construcción llevó aparejado el desarrollo económico y la repoblación. "Se levantaron molinos de harina y de papel; batanes de ante y curtidos; fábricas de harina; centrales eléctricas... Y se crearon viviendas para los empleados, almacenes, cuadras, arquetas de riego. Una barcaza cargada de trigo podía transportar el equivalente a lo que lograban 30 carros de bueyes. Pero la creación del ferrocarril, en muchos tramos con un trazado paralelo al Canal, marcó su declive", concluye Arroyo, no sin cierto pesar, porque cada día imagina lo que podría haber sido llegar hasta el final del sueño de los ilustrados. Entrar en Segovia montado en una barcaza…

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