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Arbolí

El pueblo que quiere seguir vivo

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Un puñadito de casas se levanta sobre un claro en las montañas de Prades, en la comarca del Baix Camp. Desde arriba semeja un montoncito blanco sobre un inmenso manto verde extendido. Del montoncito sobresale una torre, la torre de la iglesia de San Andrés y este puñadito de casas es Arbolí. Alrededor, maleza y pino, y un terrero abrupto, desnivelado y acuchillado, como la herida profunda del barranco de Arbolí. Sobrevive del cultivo de la avellana. Dura y esforzada ha sido la vida de este pueblo en el devenir pasado del tiempo. Es probable que naciera alquería morisca o sarracena, allá por el siglo XII. En el Medievo perteneció a baronías y al condado de Prades. Testimonios hay en el XVIII del pueblo quejándose de sus miserias para satisfacer los tributos a las autoridades corregidoras, y noticias en el XIX recogen su participación en la revuelta de los Malcontents.
Apenas si quedan rebaños de ganado. Hubo cuatro molinos de fabricación de papel de estraza y uno de harinas que están en desuso y en ruinas. En los años 50 se instaló en las proximidades un campamento militar destinado a la formación de las milicias universitarias, con una completa infraestructura: zonas de entrenamiento, cantinas, campos de deportes, viviendas de oficiales y reclutas, depósitos de agua, piscina, capilla o una tienda. Fue desmantelado definitivamente en el año 2000. Instantes de crecida en el pueblo, de desarrollo breve, en un continuun temporal que le ha ido achicando. Pero el privilegio de su enclave le ha hecho lugar propicio para practicar el senderismo y la escalada. Arbolí se ha convertido en lugar de descanso y práctica de montaña; son numerosas las casas rurales dedicadas al hospedaje de los visitantes, tanto en el pueblo como en las inmediaciones. El pueblo se resiste a desaparecer y quiere seguir vivo.

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