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Atea

Arquitectura religiosa entre paisajes ibéricos

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A los pies de la Sierra de Santa Cruz, envuelta de campos de cereal, frutales y viñas se sitúa el pequeño pueblo de Atea. En la localidad se suceden numerosos templos y parroquias. Sobresale la iglesia barroca de la Asunción (siglo XVII), que conserva en su interior un interesante retablo mayor de la escuela aragonesa, así como un órgano del siglo XVIII. En las proximidades del casco urbano encontramos varias ermitas: la de San Roque (siglo XIII), de origen medieval; la de Santa Bárbara, de principios del siglo XVIII, con unas curiosas lápidas funerarias, y la de Nuestra Señora de los Mártires, un bello edificio de la misma época.

En la cima del Monte de Santa Cruz, a 1.423 metros de altura, se ubica otro templo más, la pequeña Ermita de Santa Elena, desde donde se puede disfrutar de unas excepcionales vistas de este entorno del Sistema Ibérico, rodeado de bosques. Camino de la cumbre se encuentra la Ermita de San Lamberto, de donde procede un retablo gótico que se conserva en la casa parroquial. A lo largo del municipio pueden hallarse hasta seis peirones dedicados a distintos santos y vírgenes, así como varias fuentes de agua minero-medicinal. Atea forma parte del Camino del Cid, una ruta turístico-cultural que recuerda el exilio de este legendario caballero medieval desde Burgos hasta Valencia.

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