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Casares

Baños terapéuticos en la patria chica de Blas Infante

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Casares, en la Costa el Sol occidental, nace en torno a una fortaleza levantada en el siglo XIII por los árabes para mantener el control sobre la Serranía de Ronda y el Estrecho de Gibraltar. Las murallas que delimitaban el perímetro del castillo, hoy en ruinas, cobijan aún la iglesia de la Encarnación y el Museo Municipal, en un conjunto histórico-artístico de gran belleza evocadora.

En esta localidad malagueña nació Blas Infante, considerado como el padre de la patria andaluza y ejemplo de lucha contra las grandes desigualdades que siempre han aquejado a la región. Su casa natal es hoy un museo donde se exponen documentos fotográficos, objetos personales y distintos escritos que ayudan a entender su pensamiento. Mucho antes de la dominación árabe, los fenicios ya se habían establecido en esta zona que luego, bajo influencia romana, se convetiría en la ciudad de Lacipo. La cultura fenicia rindió en estas latitudes culto al Sol, deidad que fue sustituida bajo la influencia de Roma por Juventas, diosa de la eterna Juventud. Roma permitió a Casares tener capacidad para acuñar sus propias monedas, en tiempos de gran prosperidad para la ciudad gracias a los intercambios comerciales.

Del imperio romano data también la tradición sanadora de los Baños de la Hedionda, cuyas aguas sulfurosas de carácter terapéutico parece que curaron al mismísimo Julio César de ciertas dolencias. Casares cuenta, además, con un gran pulmón verde en el Paraje Natural de Sierra Bermeja, en el que han aflorado, desde las entrañas de la tierra, un tipo de rocas de origen volcánico llamadas peridotitas. Ese mineral confiere a estas sierras su característico color granate o bermejo, de ahí su denominación.

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