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Deba

Acantilados, precipicios y naturaleza en estado puro

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A la localidad guipuzcoana de Deba nada se le escapa. Tiene en un solo municipio todo lo que un visitante puede buscar en varios destinos. El Cantábrico rompe sus playas en bellos acantilados que se asoman a precipicios o deja libros de piedra escritos por el mar como los de la playa Lapari, negros como el ébano, o los de la playa Sakoneta. Otras veces, el mar prefiere permanecer tranquilo en arenales de tonos dorados y poner fácil el baño a los visitantes, a los que invita a disfrutar del clima estival y de sus olas en familia, como ocurre en la Playa de Santiago de Deba.

Pero también el interior de Deba reclama un justo protagonismo, porque la prehistoria ha pintado bellos dibujos rupestres en el interior de las cuevas de Ekaín. La naturaleza pura se exhibe en el Valle de Lastur como un paisaje suizo pintado de todas las tonalidades verdes imaginables con un pequeño pueblo rural en su centro, San Nicolás. Pero para conocer a fondo esta villa hay que tratar a sus gentes, entrar en sus bares, ver sus casas y admirar su preciosa Iglesia Parroquial de Santa María, de estilo gótico, situada en medio de la plaza Zaharre. Todos estos elementos se dan cita en un pequeño y encantador casco histórico en el que no faltan palacios y casas señoriales, como las de Aguirre, Aldazabal y Báñez. 

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