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Grazalema

Blanco abanico de encantos

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Blanca y radiante como una novia, Grazalema duerme cada noche en un lecho verde, y frondoso, rodeada de montañas que parecen a un tiempo querer cobijarla o competir por su corazón. En medio de la ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz, ella ha conseguido alzarse al top turístico de la zona, a pesar de ser también el pueblo más lluvioso de España, según repiten las estadísticas. ¿Cuáles son sus meritos para ser tan deseada? Puede ser por ese parque natural que le da nombre, y los insólitos paisajes que allí se pueden ver. O será, más en concreto, por poseer uno de los pocos parajes en que crece el pinsapo, un abeto prehistórico en peligro de extinción, que salpica las laderas de Grazalema formando un bosque único. No cabe duda de que el bellísimo entorno de Grazalema atrae tanto a amantes de la tranquilidad como aquellos que le sacan a la Naturaleza todo su jugo en los deportes al aire libre, y a los que el pueblo ofrece un amplio abanico de posibilidades. Pero habrá también quien lo elija por el simple placer de solazarse entre esas calles de fachadas blancas mencionadas arriba. Además de las sempiternas flores, de sus balcones podría colgar también otro cartel pregonando el honor que ostenta ese casco antiguo: Conjunto Histórico.

Hay más factores que vencen la balanza del lado de Grazalema: sus iglesias, con la barroca Nuestra Señora de la Aurora brillando entre ellas; sus museos, que lejos de exposiciones genéricas entran a fondo en las tradiciones locales, como el de la Artesanía Textil, centrado en las famosas de mantas de lana elaboradas en Grazalema. Y si alguien necesita más razones, ahí están sus fiestas, tan típicas como esa Sangre y amor en la sierra, que recrea episodios del pasado bandolero con los vecinos como protagonistas.

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