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Montesclaros

El pueblo de los huevos colgados

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Decía Pascual Madoz en el siglo XIX que Montesclaros estaba “en un llano pequeño mirando al sur”, y así tenía que ser: de haber mirado al norte, se habría metido casi en Ávila. Pero no: está en la comarca de la Sierra de San Vicente, y a los vecinos de la cercana Navamorcuende debe su repoblación hacia 1491, cuando recibió el título de villa, fecha fundacional rememorada con un monumento en el centro del pueblo. En sus tranquilas calles encontramos un pozo romano de fecha incierta, viejos edificios de piedra y una modesta iglesia, datada en 1552, de piedra en el cuerpo y sillares en la torre, a la que se accede por una puerta independiente. El retablo está presidido por una talla policromada del siglo XVI de Nuestra Señora de los Remedios. Desde el templo, avanzando por la calle Real, se llega a la plaza Mayor: allí están el Ayuntamiento y el rollo de justicia, alzado en el siglo XV en estilo gótico tardío. Situado sobre cinco escalones circulares, el fuste presenta varias inscripciones y tiene un escudo labrado en piedra en la parte superior.

Y esa plaza fue testigo del día en que Montesclaros entró en el Libro Guinness de los Récords en 1996: se convirtió en el pueblo con más huevos colgados. Lo logró gracias a una de sus tradiciones, que consiste en que el Domingo de Resurrección los quintos cuelgan miles de cascarones vacíos en unas trenzas y tienen que defenderlos del resto del pueblo.

Para los aficionados al turismo natural, Montesclaros queda muy cerca de la Reserva Fluvial de los sotos del río Guadyerbas y arenales del Baldío de Velada, un pequeño espacio natural de gran diversidad natural que engloba frondosos sotos, dehesas, bosques y arenales. Transitable a pie, esta reserva permite disfrutar de excelentes paisajes y de una fauna riquísima, con presencia de especies como águila imperial ibérica, cigüeña negra, azor, milano real, gavilán, búho real o grulla.

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