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Ochagavía/Otsagabia

Firmeza y majestad

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Las ventajas de nacer en el norte de Navarra, al frente del Valle del Salazar, con el Roncal y el Aezkoa a Este y Oeste respectivamente, y a un suspiro de Francia, son muchas. Eso le pasa a Ochagavía, que no sabe dónde mirar de tanta belleza que le rodea. Algunos sostienen que es el pueblo más bonito del Pirineo navarro. Sin entrar en polémica, lo que sí se puede asegurar al pasear por las riberas de los dos ríos que allí se dan la mano, el Anduña y el Zatoia, y mirar a ambos lados de sus riberas, es que a pirenaico no le gana ninguno. No hay caseríos que reflejen tan bien el carácter de este valle como los de Ochagavía. La firmeza la pone la piedra de sus edificaciones y la elegancia, las tablillas planas y oscuras de sus tejados. Para muestra un botón: la iglesia de San Juan Evangelista, en el empinado barrio de Irigoyen. El toque de coquetería se lo dan las muchas flores que adornan los balcones  del pueblo y, cómo no, el verde de la selva de Irati que se viste de rojo a partir de septiembre. La majestuosidad la encontramos en los altos de la sierra de Abodi. Y , sobre todo, en los más de 2.000 metros de altura del pico de Ori que, entre su escarpada ladera francesa y su frondoso lado navarro, opta finalmente por la doble nacionalidad.

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