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Quintanilla de Onésimo

Inagotable yacimiento del mejor vino

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Diez bodegas han bastado a Quintanilla de Onésimo para embriagar a su imparable turismo. No es para menos cuando hablamos de vinos del prestigio mundial de los de la Ribera del Duero. Situada en el corazón del Valle del Duero, el senderismo arrimado al curso del propio río es la mejor forma de explorar este municipio vallisoletano. Encontraremos aquí rutas salpicadas de canales, viñedos y páramos, todos ideales para un concurso de postales fotográficas.

La incitación a recorrer Quintanilla de Onésimo comienza en las raíces de la Olma, símbolo máximo de la localidad, continúa en el Parque de la Arquitectura Tradicional del Vino y desemboca en un vertiginoso viaje por los atractivos de la Quintanilla más castellana, como el Monte El Carrascal, la Iglesia de San Millán, la Ermita del Cristo de San Roque, la tradicional Plaza Mayor, el puente renacentista y numerosas casas solariegas, como el Viejo Molino, la Casa Consistorial o la actual Casa de Cultura. Al margen de formalismos culturales, tampoco está de más dejarse caer por aquí durante sus eventos patronales, la Fiesta de San Millán o la Fiesta de la Vendimia, aunque solo sea para probar el cordero cuchifrito, los cangrejos del Duero, las setas de cardo, la chuletilla de lechazo a la brasa o los níscalos, entre otros manjares.