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Sant Joan de Labritja

El más coqueto de Ibiza

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¿Ha pensado alguna vez en una escapadita rural en una isla a orillas del Mediterráneo? Ver el mar por la ventana, respirar el aroma de los pinos y gozar de interminables baños de sol. Todo esto es posible en Sant Joan de Labritja, un pequeño y encantador municipio ibicenco de blancas y estrechas calles que invita a llenarnos de la mejor magia de las pitiusas. Dándonos la bienvenida a la ciudad, se nos presenta la iglesia de Sant Joan, un atípico templo, precursor de la creación de la ciudad. No hay mejor lugar en Ibiza en el que podamos viajar a tiempos pasados, tan sólo visitando sus recursos turísticos, la Cova de Can Marçà es un claro ejemplo de ello. Adentrarse en las profundidades del acantilado, donde se encuentra esta cueva, recorremos caminos plagados de extrañas esculturas espeleotemas (estalactitas, estalagmitas, columnas…), usados por los antiguos contrabandistas para esconder allí sus tesoros. Al salir de las entrañas de la tierra nos dirigimos hacia Cala de Portixol, una playa virgen, casi desconocida por los turistas, que ofrece una tranquilidad absoluta rodeada por exuberante naturaleza y bañada por cristalinas aguas. Ataviados con nuestras aletas nadamos hasta Puerto de Portinatx, una espectacular playa en la que los pescadores anclan sus llaüts, mientras pescan contemplando los varaderos. Repican las campanas de la iglesia de San Lorenzo para anunciar la bajada del sol, posando sus rayos sobre su impoluta y blanca fachada. Cogemos nuestra bici y ponemos rumbo a Playa de Benirràs. Zigzagueando entre valles, nos encontramos con su pequeña bahía rodeada de colinas alfombradas de pinos mientras, a ritmo del retumbar de los tambores, el sol se esconde tras el Mediterráneo.