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Santa Bàrbara

Tierra de aceituneros

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No importa cuán interminables son las llanuras que rodean Santa Bárbara, los barrancos de Velloso y La Galera y Lledó, en la orilla derecha del Ebro a casi ochenta metros de altitud acechan, tratando de seguir el mismo camino que su vecino, el barranco de la Martinenca que exhibe su poder partiendo en dos la localidad, aunque no consiguió desanimar a los payeses que llegaron hasta él, en el s.XVIII, para desafiar la aridez de sus terrenos y conseguir que naranjos, olivos y almendros crecieran, mientras se constituía el municipio. De esa época son las masías, conocidas como Heredades, que recuerdan el duro trabajo de los campesinos, retratado también en el Museu a la Vida Plana, y configuran el paisaje. En la Masada de Camps, aún puede verse el antiguo molino de aceite que sirvió de precedente a las cooperativas agrícolas que producen el aceite de Denominación de Origen Protegida Baix Ebre-Montsià. La iglesia arciprestal de Santa Bàrbara y el edificio del Ayuntamiento se alzan sobre sus muros, tratando de intuir la belleza de los cercanos parques naturales de Els Ports o del Delta del Ebro, en medio del llano de la Galera, mirando por encima de los olivos.