{{title}}
{{buttonText}}
1 /

Trujillo

Aires señoriales y mestizos

Compartir

Todo aquel que posa los pies en este encantador pueblo medieval sale con un recuerdo imborrable. Vigilado desde las alturas por su castillo árabe califal, el amurallado conjunto histórico-artístico de Trujillo tiene en la Plaza Mayor su punto de encuentro. Locales celebran en ella el Chiviri, evento único en la región, y pasean y se reúnen a la sombra de la Iglesia de San Martín de Tours o de la estatua ecuestre de Francisco Pizarro. Del más insigne de los conquistadores nacidos en el municipio cacereño se puede conocer su historia a fondo en su Casa-Museo, y se puede complementar con una visita al Museo de la Coria, dedicado a la cultura mestiza, nacida de la relación entre Extremadura e Iberoamérica. 

Como centro neurálgico, sobre los soportales de la plaza se levantaron casas solariegas y palacios que deslumbran al viajero, como el de los Carvajal-Vargas (San Carlos) y el característico balcón de esquina del estilo renacentista, o el de Piedras Albas. Apartir de aquí, las calles estrechas y empinadas conducen a más viviendas de alta alcurnia, como la Casa del Peso Real o de los Chaves Cárdenas y el Palacio de Juan Pizarro de Orellana, que destacan del resto de edificios, austeros y hechos para la vida del campo extremeño. El aire eminentemente palaciego y defensivo que se respira en la localidad no le quita mérito a sus templos, pues acoge uno de los mejores ejemplos del románico, la Iglesia de Santa María la Mayor, casi vecina de la de Santiago y del Alcazarejo de los Altamirano, y que es una residencia adosada a la muralla. Y es que Trujillo no puede ni quiere ocultar su pasado medieval. 

Contacto