La Enramá

Orellana la Vieja, Badajoz

Muy temprano, el domingo de Resurrección marchan las mujeres del pueblo, llevando en hombros la imagen pequeña de su Virgen por una de las calles estrechas. Va toda cubierta con un velo negro y debajo se intuye un manto aún más negro que cubre su cuerpo.
Entonan canciones; una de las letras dice “las lágrimas pronto serán de alegría”. En un momento, despojan a la Virgen de sus lutos y luce con una vestimenta azulada. Es menuda la talla; pareciera una muñeca o una imagen miniaturizada de una hermosa mujer. Ahora son los hombres quienes portan la imagen. Caminan más rápido. Llegan a la calle Real y está toda decorada con hojas de palmeras entretejidas y guirnaldas que cruzan de lado a lado los balcones y las ventanas; donde no hay guirnaldas, las puertas se engalanan con adornos florales. Por el suelo hay esparcido tomillo, romero, ramas de álamo y hierba fresca del campo recién cortada, como si un manto verde natural preparase el encuentro esperado con todos los sentidos.
Al otro extremo, aparece la imagen del Cristo resucitado. Corren los hombres con la Virgen y hasta tres veces se arrodillan a la carrera, reverenciándose el uno al otro, la madre al hijo vivo y el hijo a la madre hallada. Se ha producido El Encuentro y la Enramá expresa el júbilo del momento. Ambas figuras son conducidas, una detrás de otra, camino a la iglesia parroquial, en procesión.