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Abengibre

Cuentos y leyendas con aires manchegos

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La ‘piedra encantá’ de Abengibre da la bienvenida a todos, visible desde la carretera de entrada. A punto siempre de caerse y empezar a rodar, suspendida por una fuerza mágica sobre una ladera, pero no cae. Ningún mozo ni sansón local ha conseguido arrancarla del suelo. Y siempre rodeada de un halo de misterio y de leyendas, como el propio pueblo de Abengibre: la de Sebastián de Juanaco, la del Pastorcillo y la Luna, la de Juanico y Marujuica… En una pequeña loma frente al casco urbano de la localidad desenterró un labrador el célebre Tesoro de Abengibre, una vajilla ibérica de plata de 22 piezas cuyas inscripciones han ayudado a desentrañar el abecedario de los íberos.

Ocho centenares de abengibreños creen que su segundo tesoro más importante es la imagen de San Miguel triunfando sobre un demonio. Instalado en la Capilla del Bautismo de la barroca iglesia de la localidad, se trata de un óleo realizado entre los siglos XVII y XVIII propio del tenebrismo naturalista de la época. 

Con cariño máximo, las gentes cuidan de su pueblo y el pueblo hace lo propio con sus moradores. Un viejo molar dedicado al trabajo, la oración y la vivienda luce casi perfectamente conservado. Igual sucede con la ermita, asentada sobre el mayor nacimiento de agua de Abengibre, y su viejo lavadero.

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