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Algemesí

Tierra y fiesta

Solo con nombrar Algemesí ya resuena la herencia árabe. Al-Xemesí -el balcón soleado- nos da una pista sobre su orografía. Ningún accidente geográfico le hace sombra a esta población. En todo caso, la que le dan las choperas que habitan en la confluencia del río Magro y el Júcar. El parque natural de la Albufera le otorga el privilegio de ser un ecosistema ideal para el cultivo del arroz. Pero los naranjos son el otro regalo que la tierra le hace a esta localidad de la Ribera Alta de Valencia, que no ve el mar por poco. Así que, a falta de sal, buenas son fiestas. Por eso se vuelca en las de la Mare de Déu de la Salut, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Subidos en lo alto de las torres humanas de la 'muixeranga', coloridas protagonistas de estas 'festas', puede ser que lleguemos a atisbar el Golfo de Valencia que queda a algo más de 18 kilómetros. Lo mejor será poner los pies en la tierra y pasear por su bonito casco histórico, como hacen los muchos peregrinos que pasan por este enclave del camino valenciano a Santiago. En su honor, se levanta la basílica de San Jaime y su conjunto arquitectónico. Un día no bastará para conocer la tierra natal del que llaman el “Bach español”, Juan Baustista Cabanilles. Comencemos pues nuestro camino visitando el órgano de la basílica que el gran compositor valenciano tantas veces tocó.

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