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Comares

Suspendido en las nubes

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Comares se confunde con las nubes. Desde lejos, parece suspendido en el cielo, flotando. Pero en sus cercanías el misterio se resuelve. A modo de fortaleza, todo su casco urbano se erige sobre una peña desde la que domina buena parte de la comarca de La Axarquía. Una posición estratégica que le hizo ser una de las plazas fuertes de Al Andalus. Y que hoy permite descubrir un pueblo de especial idiosincrasia, con un zigzagueante urbanismo y que regala preciosas panorámicas a sus visitantes.

Rodeado de almendros, viñas y olivos, Comares es una de las paradas más interesantes de la llamada Ruta del Aceite. Sus arcos árabes parecen túneles del tiempo hasta un tiempo cuyo eco resuena aún hoy en el presente. Los restos del viejo castillo, el yacimiento del Cerro de Mazmúllar (siglo IX), la vieja muralla o el Aljíbe –declarado Monumento Histórico Artistico– son algunas de las huellas moriscas. También la torre mudéjar de la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, templo construido en el siglo XVI.

Comares es también cuna de los verdiales, un cante conformado por partes de antiguos romances moriscos. Es una de las representaciones folclóricas más importantes de Málaga, a la que el pueblo rinde homenaje con el denominado Monumento al Fiestero. La ubicación de la localidad ha facilitado también la creación de diversas vías ferratas, una treintena de rutas de escalada y varios puentes tibetanos que tienen una gran acogida entre los amantes de los deportes de riesgo. Destaca especialmente una tirolina que, con sus más de 400 metros de longitud y cien metros de altura, es la mayor de la provincia malagueña.

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