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Sal, mármol y vid
Una enorme montaña de yeso y sal, entre montes poblados de tomillo y romero, domina una población en pleno auge expansivo cuyas señas de identidad son el mármol, la vid y la sal. Azorín, que nació en la vecina localidad de Monóvar, describía a El Pinós con estas palabras: "Tiene la audacia de la juventud, tiene la desenvoltura de quien carece de tradición; es decidido, es fuerte".
Tierras calizas llenas de viñedo dan la bienvenida a una localidad cuyo término municipal está plagado de pedanías. Si se mira al norte, al sur, al este o al oeste, la mirada siempre tropieza con el Cerro de la Sal, o el Cabeco como lo conocen sus vecinos. Una montaña redonda, señera de la localidad, que durante siglos ha sido una explotación salina. El Pinós produce y canaliza la sal que trabaja y comercializa Torrevieja y el mármol que elabora Novelda. El municipio cuenta con unas canteras de mármol en el monte Coto, que son las mayores de la provincia. En los alrededores se levantan con timidez pintorescos 'cucos' (pequeñas edificaciones de piedra y tierra que utilizaban los agricultores y ganaderos) que datan del siglo XVIII y principios del siglo XX.
La torre del Reloj, al que hay que dar cuerda cada día, es el emblema de la villa, atrae hasta su núcleo histórico de casas típicas de siglo XIX y principios del XX que encaminan hasta la Plaza de España, donde se alza la iglesia de San Pedro Bautista, del siglo XVIII y el ayuntamiento. Para conocer las raíces de Pinós lo mejor es visitar el museo casa del Mármol y del Vino. No es recomendable abandonar el pueblo sin probar el arroz con conejo y caracoles, receta típica de la zona y que a esta localidad la convierte en destino gastronómico. En el mes de febrero la villa celebra una muestra de cocina (Mostra de la Cuina del Pinós).
