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Matadepera

La (buena) vida en verde

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Hay una estampa que vale por un pueblo. El lugar: la comarca barcelonesa del Vallés Occidental, a escasos seis kilómetros al norte de Terrassa, justo donde Sant Llorenç del Munt se eleva y empieza a ganarse su nombre de montaña. Una iglesia, la antigua parroquia de Sant Joan. Hay que levantar la vista del GPS y mirar; mirar y recrearse por lo que se abre ante los ojos: un precioso contraste de verdes con el césped en los pies y el parque natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac abarcando el horizonte en una línea que rompe por la mitad la verticalidad del campanario de la iglesia. Es Matadepera.

A un paisaje así, a la vista de todos, no cabe aplicarle la muletilla de ‘secreto mejor guardado del pueblo’. Lo que sí representa es su razón de ser, el primitivo núcleo desde donde Matadepera fue creciendo. Al principio, no más que una concentración de masías en torno a aquel punto. Hoy, como ciudad dormitorio de nivel premium, una alfombra de tranquilos chalés estratégicamente desplegada entre las industriosas Terrassa y Sabadell, y a tiro de piedra de ese entorno natural de lujo. Tal vez el mejor secreto del pueblo no sea el parque natural sino haber sabido destilar la formula de la calidad de vida.

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