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Montealegre del Castillo

Belleza barroca endulzada con miel y barquillo

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En pleno corredor de Almansa, la fama de Montealegre del Castillo procede de dos antiguos yacimientos íberos: el Llano de la Consolación y el Cerro de los Santos, donde se encontró a la elegante y enigmática Gran Dama Oferente. Pero la consolidación completa del municipio no llegó hasta el medievo, alrededor de su fortaleza islámica, que empezó hace unos años un proceso de restauración.

Dos edificios religiosos, por el lado cristiano, marcan desde hace siglos la pauta en este pueblo: la céntrica Iglesia de Santiago Apóstol y la Ermita de la Virgen de la Consolación en las afueras. Ambas destilan belleza barroca. La iglesia acentúa especialmente las grandes dimensiones de su nave y capillas y su fachada de cantería, ventanas superiores y hornacina. La ermita tienen un hermoso camarín de planta circular y su cúpula está cubierta por teja azul, al estilo levantino.

Los Arcos del Molino son menos trascendentes pero muy icónicos. Es una antigua canalización de agua que hacia el final toma forma de acueducto. El poso dulce de este municipio lo deja la miel y el barquillo. Sus famosos libricos (dulces) merecen capítulo aparte.