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Vacarisses

El sonido de un mugido entre las rocas

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Este municipio cuelga sobre la rocosa comarca del Vallés y sobre él vuelan vientos que cuentan historias medievales en edificios como su Castillo o su Torrota, neoclásicas en su iglesia de Sant Pere y Sant Feliu,y sensibilidades modernas reflejadas en sus urbanizaciones y llamativas fábricas de planchas verdes. Los dos grandes arcos de la decimonónica Estación de Torreblanca son ideales para escuchar cómo los ferroviarios cuchichean sobre el crecimiento de la población en el municipio los fines de semana y las temporadas de verano debido a los atractivos turísticos. Bondades para los locales y los que llegan desde fuera, como la famosa Fiesta Mayor Pequeña (con su mítica Bajada de la Vaca), sus conocidos y prestigiados vinos y cavas de Bolet, o su cercanía a la montaña, donde se puede hacer rutas de senderismo incluso hasta el mágico monasterio de Montserrat, admirar en agosto en su máximo esplendor las Lágrimas de San Lorenzo, cruzarse con las míticas Barracas prehistóricas de Piedra Seca o visitar el encantado bosque de la Roureda de les Valls. Eso, siempre que el viajero no se quede anonadado en sus urbanizaciones viendo cómo los jabalíes corretean buscando comida en unos contenedores que han tenido que ser anclados por el ayuntamiento para que dichos animales no los desparramen por el suelo. Todo eso en un lugar que está tan sensibilizado con el medio ambiente que hasta tiene una vaca en su etimología y en su escudo.

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