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Necrópolis tardorromana

Osuna, Sevilla

Muchos siglos antes de llamarse Osuna, la población recibía el nombre de Urso por parte de los romanos. Asentada en la parte alta de la colina, la localidad utilizaba la zona oriental del cerro como cementerio al aire libre. Conocido popularmente como "las cuevas", esta necrópolis excavada en un pequeño barranco discurre al lado del antiguo camino que llevaba de Marchena a Estepa y de Sevilla a ciudades como Málaga y Granada. Una barandilla separa el sendero del interior de esta ciudad de los muertos que estuvo activa hasta la época visigoda y que fue descubierta por arqueólogos durante los primeros años del siglo XX. Visitables en cualquier momento del día, se puede entrar al interior de las mismas donde es posible apreciar los emplazamientos utilizados para el entierro de los cuerpos y la disposición de los ajuares funerarios que disponían los familiares para que sus difuntos pudiesen disfrutar de sus objetos materiales en el más allá. La mayoría de los objetos fueron saqueados durante las centurias anteriores al descubrimiento, las guerras e invasiones enemigas dejaron a Osuna sin gran parte de este patrimonio histórico. Los pocos restos que se encontraron se pueden apreciar en el Museo Arqueológico Torre del Agua de Osuna, donde las placas funerarias y diversos ajuares, que van desde los iberos a los visigodos, descansan en sus vitrinas. Cerca de la necrópolis, los restos de un teatro romano, del que quedan en pie seis filas de gradas.

 

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