A pesar de sus playas de cantos rodados, Altea sigue enamorando a viajeros de todo el mundo, que vuelven una y otra vez -o nunca se marchan-, atraídos por el irresistible encanto de este precioso pueblo blanco de la costa mediterránea.
Seguramente no serán sus playas, ni muy grandes ni muy cómodas, debido a sus rolling stones –que diría aquel–. Da igual. Los encantos de Altea son otros. Aunque, bien mirado, son esos cantos rodados los que mantienen a este pueblo alicantino fuera del ranking de playas masificadas, algo que muchos valoran. Más allá de las playas, es su luz y la belleza del casco histórico, con sus escalonadas casitas blancas y la icónica cúpula azul de su iglesia, lo que enamora a artistas y visitantes de todo el mundo desde hace décadas.
Para conocer este delicioso pueblito, simplemente piérdete por su citado casco histórico. Sin más. Cálzate unos zapatos cómodos y disponte a subir las cuestas y escaleras que te llevarán hasta allí, la parte de arriba, coronada por la plaza de la Iglesia, verdadero corazón del pueblo antiguo de Altea. Aunque sudes la gota gorda, el esfuerzo merecerá la pena. Créenos. Una vez allí, adéntrate en sus calles empedradas y déjate llevar. Te encantará cada plaza, mirador y recoveco.

Pero, donde hay mar hay alegría, así que volvamos a la playa. Si lo tuyo es entregarte al dolce far niente, reserva una tumbona y dórate a conciencia. Ahora bien, si te gusta el movimiento debes saber que hay un montón de alternativas. Desde la práctica de kitesurf en la desembocadura del río Algar, hasta las rutas de buceo y snorkel, pasando por la contratación de alguna actividad náutica (kayak, moto acuática, paddlesurf, excursiones en barco) en los puertos deportivos de Altea.
Si vas fuera de la época estival o, sencillamente eres más de secano, puedes visitar bonitos paisajes, como la cala de Mascarat, o animarte con el senderismo en una de las rutas por la espectacular sierra de Bernia, de distinta duración y grado de dificultad. Para los caminantes no tan 'pro', una excursión más 'light', pero preciosa también, es la del faro del Albir, en el Parque Natural de la Serra Gelada. Alucinarás con las vistas de la bahía durante todo el trayecto. Y, una vez arriba, más aún.

Dónde comer
Altea no sería Altea sin su propuesta gastronómica. La oferta es grande, pero aquí van algunos de nuestros preferidos.
Xef Pirata
Podríamos decir que el 'Xef Pirata' es un restaurante moderno, pero sin moderneces. Todo en él transmite un soplo de aire fresco, desde el ambiente a la música, pasando por su simpático equipo. Aunque en lo que se refiere a la comida, su jefe de cocina, Lucio Saldías, nos cuenta: "Hacemos platos creativos, pero sin entrar en gelatinas y cosas así. Apostamos por la frescura y la calidad del producto, buscando el equilibrio y haciendo buenas combinaciones. Aunque sin cosas extrañas".
De esta forma, 'Xef Pirata', que se llama así por su ubicación en un lugar de mar y por hacer suya, reinterpretándola, alguna que otra receta de aquí y de allá, lleva seis años conquistando a la clientela con tapas y platos imaginativos y muy ricos. Sin pretensiones, simplemente haciéndolo bien. Junto a las novedades de esta temporada, en la carta de este pequeño gastrobar del casco antiguo encontramos clásicos que tampoco deberías perderte si les haces una visita. Por ejemplo, la carrillada ibérica con crema de patatas y trufa o una coquita de sardina, foie y manzana con la que querrás gritar "¡la vida pirata es la vida mejor!".
XEF PIRATA - Calle Ángel, 22. Tel: 96 688 58 55.

La Costera
Escondido en una de las empinadas callejuelas del casco histórico, encontramos este restaurante, bonito por dentro y por fuera. Y es que lo ideal es reservar mesa en su terraza para disfrutar de una cocina esencialmente francesa entre frondosas hiedras y buganvillas. El ambiente es tranquilo y romántico, y la simpatía y atenciones de su dueña, Manuela, te hacen sentir como en casa.
LA COSTERA - Costera Mestre Música, 8. Tel: 96 584 02 30.
El Perro Negro
No es posible hablar de este lugar, en frente de la Casa de Cultura, sin hacerlo de sus dueños, la escocesa Karen Aubin y el francés Jean-Michel, un tándem perfecto a cargo de la cocina y la sala, respectivamente. Al llegar, el carismático Jean-Michel cuenta a sus comensales las sorprendentes propuestas fuera de carta de este restaurante "de cocina casera del mundo, con recetas de nuestros viajes", según sus palabras. Así, puedes probar un estupendo salmón al curry rojo, codillo al estilo vietnamita, atún tipo sashimi, mejillones en una salsa típica francesa… Además, cada jueves reciben ostras frescas directamente desde su ciudad natal, La Rochelle. Los clientes suele reservarlas, porque vuelan. Debes probarlas. Cuando a mitad de festín, Jean-Michel te pregunte: Comment ça va?, sólo podrás decir: Très bien.
EL PERRO NEGRO - Costera Pont de Moncau, 13. Tel: 96 584 06 33.

Arrecife
En Altea hay muchas opciones para comer paella. Entre todas ellas sugerimos 'Arrecife', un chiringuito situado casi a la orilla del mar, en plena playa de la Olla. Sus arroces y pescados se disfrutan más al poder comerlos al ladito del agua. Una gozada. A un paseo de allí, dicho sea de paso, se encuentra Portosenso, uno de los cuatro puertos de Altea. En él está Portosenso Bar, un buen lugar para tomar un café, o lo que te apetezca, también sobre el mar.
ARRECIFE. Playa de la Olla. Tel: 965 84 15 63.
Dónde beber