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Álora

Secretos históricos frente al mirador del Guadalhorce

Sobre una loma y dominando gran parte del Valle del Guadalhorce, Álora guarda aún muchos secretos. Como los que hay en los callejones del Barrio del Cerro de las Torres, donde las puertas aún permanecen abiertas, los geranios colorean las paredes blancas y todo el vecindario se conoce. O los callejones del Castillo de Álora, que se asienta sobre construcciones fenicias y romanas. Desde lo más alto de la ciudad, la fortaleza aún conserva murallas y torres, sirviendo también de balcón privilegiado a dos bandas: tanto para divisar el casco histórico en su conjunto al norte como la propia Vega del Guadalhorce, repleta de cultivos al sur del mirador Ali Bem Falcún 'Al Baezi'. Entre los meandros del río, naranjas, limones y aceitunas aloreñas, con Denominación de Origen, muestra su peso en la riqueza local.

A las afueras del recinto musulmán se construyó la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, una de las más amplias de la provincia de Málaga. Su construcción se demoró justo un siglo: del año 1.600 al 1.699, aunque su ornamentación es del siglo XVIII. Del barroco se pueden encontrar también ejemplos como el Convento de la Virgen de las Flores. El Museo Municipal permite entender la importancia de Álora a lo largo de la historia para numerosas culturas. Y dos esculturas recuerdan la importancia de dos tradiciones locales. La primera, el Monumento al Cante por Malagueña, palo flamenco nacido en Álora. La segunda, el homenaje a La Faenera, que es también un recuerdo a las mujeres del campo.

A las afueras se encuentra el Desfiladero de los Gaitanes, un paraíso natural por el que discurre uno de los senderos más espectaculares del país: el Caminito del Rey. En su entorno también se pueden practicar otros deportes como el barranquismo.

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