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Alozaina

Las estancias de la villa

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La villa de Alozaina es como una preciosa vivienda que distribuye cada una de sus estancias por un territorio de montaña. El salón lo forma su tradicional casco antiguo que cuenta con intrincadas y laberínticas calles, fruto de su herencia árabe. Entre arcos, plazas y torreones como el de María Sagredo, se llega a la imponente iglesia de Santa Ana, que domina en lo más alto del cerro. Justo delante, la terraza. El Parque-mirador es un balcón excepcional que saca a la luz reminiscencias islámicas en cada uno de sus típicos rincones. Además, ofrece maravillosas vistas hacia la sierra Prieta. El pueblo cuenta también con una sabrosa cocina. Junto al aceite y a su feria de la Aceituna, que exalta a uno de los manjares andaluces más universales, en sus restaurantes se ofrecen platos típicos para saciar el apetito. Una de sus delicias es el empedraillo de chícharos, realizado a base de productos naturales. A las afueras, se sitúa lo que puede considerarse el jardín de la localidad. Este aparece escondido entre las demarcaciones de la sierra de las Nieves. El enclave de Jorox ofrece Naturaleza abrupta gracias al cañón que ha creado el "aprendiz" de río, cuyas aguas fluyen de manera pausada hasta surcar las casas encaladas de la aldea. Sabiendo que la atmósfera de Alozaina se guarda en sí misma, el camino continúa a través de las estancias de la vivienda más acogedora.

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