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Bargas

Un pueblo-museo que también aprecia el vino

Situado a 15 minutos en coche de la capital de la provincia, lugar de buen talante y mejor pan, este pueblo de mediano tamaño perteneció al alfoz de Toledo hasta mediados del siglo XVII, periodo en que se convirtió en entidad independiente y fue desarrollándose con el correr de los tiempos.

Hoy es una localidad que recibe con cariño al visitante y le propone numerosas actividades culturales. Un buen acercamiento a Bargas es seguir la pista del Museo de Esculturas al Aire Libre, con obras repartidas por todo el pueblo. Una de las más representativas es la que adorna la plaza de la Constitución, obra de Gustavo Torner y titulada La rectitud de las cosas, y también lo es la que se levanta frente al parque Alberto Sánchez. En su paseo, buscando estas esculturas, el viajero dará con otros lugares de gran interés, como el conjunto monumental de interés histórico-artístico que forman la ermita del Santísimo Cristo de la Sala y la iglesia parroquial de San Esteban Protomártir. La primera es una edificación sencilla, bien conservada y fabricada en ladrillo toledano. Muy cerca está la iglesia, de estilo barroco austero y rectilíneo, igualmente levantada en ladrillo entre los siglos XVI y XVIII.

La visita a Bargas conviene en septiembre, cuando se celebran las fiestas en honor del Santísimo Cristo de la Sala, cuya procesión fue declarada de interés turístico regional. Esa época, además, resulta apropiada para acercarse a la finca Loranque y conocer de cerca, mediante visitas guiadas, el proceso de elaboración, envejecimiento y afinamiento de sus vinos.

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