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Casarabonela

Agua, aceituna y aceite

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Pocos pueblos guardan tan bien sus orígenes musulmanes como Casarabonela. Y, como si eso no fuera suficiente, su herencia se conjuga con la impresionante belleza de sus verdes campos y sus casitas blancas, posadas en la ladera como las primeras nieves. La estructura de sus calles sigue todavía la de entonces, como comprobamos al recorrerlas, estrechas y empinadas, como las del Arrabal, hasta llegar a la plaza Buenavista: ya de inspiración cristiana renacentista, no engaña con su nombre, volcada como está hacia el valle del Guadalhorce, hacia el sur y la luz. Allí reinan las tierras de cereales y la huerta de hortalizas, que sigue la tradición milenaria de regadío, y donde los olivos tienen una gran importancia por a la riqueza que ha traído el aceite a esta tierra. El conocimiento del agua de los bonelenses lo disfrutan los visitantes cada vez que pueden saciar su sed gracias a la preciada agua de las fuentes diseminadas por todo el pueblo. Hacia el lado contrario, al norte, comienza la zona de sierra, claramente diferente, creando un precioso contraste, donde comienza la Reserva de la Biosfera del Parque Natural de la Sierra de las Nieves. En las afueras aún pueden verse los restos del castillo árabe, que es considerado bien de interés cultural, desde un emplazamiento privilegiado, además de la reconstrucción de los jardines que tendría a su alrededor: el precioso Jardín Andalusí, con flores coloridas y árboles frutales, donde el agua fluye y suena regalando vida a su paso.

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