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Conil de la Frontera

Paraíso con mucha luz

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Aunque seguramente sea el azul de las cristalinas aguas de su litoral virgen el que nos lleve hasta allí, el contraste del cielo azulado con el blanco que domina sus calles nos causará una impresión igual de agradable al llegar a Conil de la Frontera. Desde que uno entra en el casco histórico, a través del arco de la Puerta de la Villa, ya se comprueba que tiene mucho para sorprendernos y que, además, todo parece estar cerca. Por ella llegamos a la Plaza de España, custodiada por una estatua de José Saramago leyendo a un niño, y seguimos el olor del mar para encontrarnos enseguida con sus dos rincones más emblemáticos. En este conjunto histórico-artístico se alzan la iglesia de Santa Catalina, hoy una coqueta sala de exposiciones, justo al lado de la Torre Guzmán, su símbolo más reconocible. 

Y ahora sí, nos encontramos con el océano y las playas de arena fina, La Fontanilla y la cercana El Palmar, de la vecina localidad de Vejer de la Frontera, y la posibilidad de probar los platos típicos de una localidad de larga tradición pesquera, con el atún como protagonista, con la vista puesta en el Atlántico. La panorámica puede ser aún mejor desde acantilados y calas como las de Roche, cuya Dehesa también ofrece paisajes verdes desde los que disfrutar de la luz de este rincón de Cádiz. 

 

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