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Dolores

El maíz que vino del cieno

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Por obra y gracia del Cardenal Belluga, esta población alicantina debe su nombre a la advocación mariana de Nuestra Señora de los Dolores y se originó en el siglo XVIII, prácticamente por la inercia resultante de las obras de desecación y transformación que el insigne hombre de iglesia llevó a cabo en 25.000 tahúllas de terreno pantanoso e insalubre que generaban asiduamente epidemias pestilenciales. El Rey Felipe V promulgó indulto de delitos, exención de quintas por 40 años y toda clase de contribuciones reales a quienes repoblaran una zona, hasta entonces, mirada con horror.

La experiencia, ostentando la feracidad y riqueza del suelo, multiplicó los vecinos, las tierras se convirtieron en un vergel y de aquellos campos cenagosos brotaron trigo, cebada, maíz, aceite, seda, cáñamo, lino, frutas y hortalizas. El 4 de abril de 1735 se mandó erigir en Iglesia Parroquial la Ermita de Nuestra Señora de los Dolores, muestra importante de arquitectura dieciochesca con cúpula y lucernario sobre crucero y dos torres a los pies. La decoración interior es de calidad dentro del rococó. Su importancia es notable. Dos obras maestras moran allí. La imagen de Nuestra Señora de los Dolores preside el altar mayor y está considerada como una de las más bellas e inspiradas creaciones del escultor Francisco Salzillo. El patrón es San Pascual Bailón, obra de Roque López, de la escuela del maestro murciano.

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