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El Masnou

Tradición marinera y la herencia del turismo señorial

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Calles angostas guían por un pueblo vinculado al mar, situado a tan sólo 18 kilómetros de Barcelona, en la comarca del Maresme. Largas playas de arena fina, cercadas por la urbe, son un destino turístico heredero del que fuera lugar de veraneo durante el siglo XIX y principios del XX de la alta burguesía catalana. Ya en nuestros días, en el casco antiguo de El Masnou se encuentran algunas grandes masías fortificadas que contrastan con las pequeñas casas campesinas que aún quedan en el centro urbano, así como edificios modernistas de los indianos (emigrante a América que retornaba rico). La iglesia de Sant Pere, del siglo XVIII, da pie a conocer el patrimonio masnovense con la casa Benèfica, la casa del Marquès, diferentes caseríos como Cal Teixidor y Ca l´antic o su museo Municipal, que encamina hasta la zona más cosmopolita y renovada de la villa.

El puerto deportivo, el club náutico, el de vela y las cofradías de pescadores recuerdan la tradición marinera del Masnou, hoy volcada hacia el turismo, y con una playa de referencia en la localidad, Ocata. En sus más de 1.200 metros de longitud hay un tramo acotado para el baño nudista. No hay que salir de El Masnou sin visitar su “Mina del Agua” (un sistema complejo de galerías que servía para suministrar agua a la población local) y el ‘Parque del Lago’ (el jardín neoclásico que el marqués de Masnou ordenó construir en su residencia de verano). En el plano cultural destaca que la localidad celebra, en la tercera semana de julio, el Festival Internacional de Teatro Cómico.