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El Real de San Vicente

Las esculturas de la iglesia de Santa Catalina

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Con picos que superan modestamente los mil metros (Cabeza del Oso, Canto Hituero, Majaquera…) y pequeños valles formados por humildes arroyos, en un territorio donde abundan los berrocales, los bosques de castaños y de robles, la sierra de San Vicente acoge especies como la cigüeña negra, el águila imperial y el búho real, además de jabalíes, garduñas y tejones. Un espacio sobresaliente para los amigos de la naturaleza y el senderismo que, partiendo del núcleo urbano de El Real de San Vicente, pueden acercarse hasta los restos del convento carmelita de El Piélago (restaurado en parte y usado como albergue juvenil) o del castillo de San Vicente (aunque pertenece al término municipal de Hinojosa). También conviene buscar el Pozo de la Nieve, del siglo XVII, en el que se acumulaba nieve compactada para ser vendida en poblaciones cercanas como Talavera; o los molinos de la Tejea, sobre la garganta del mismo nombre, construcciones preindustriales que estuvieron en uso hasta mediado el siglo XX; o la llamativa fuente de los Veneruelos, un abrevadero del siglo XVII de estilo barroco construido con grandes sillares de piedra, frontón triangular y tres caños (en proceso de restauración, al igual que la fuente de los Caños). En las calles del pueblo, estrechas, empinadas y serpenteantes, entre edificios de marcado carácter popular, de piedra y sillares, llama la atención la iglesia de Santa Catalina (siglos XVII y XVIII), declarada Bien de Interés Cultural y con esculturas en su interior de Luis Salvador Carmona. El catálogo monumental del pueblo lo completa la ermita de San Nicasio.

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