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Murcia

Todo un atracón de sensaciones en la huerta de Europa

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Frente a la fachada de la Catedral, en la misma Plaza de Belluga, y tal vez disfrutando de un vermut, Murcia regala al visitante un amplio catálogo de diapositivas para el recuerdo. La Escuela Superior de Arte Dramático, el Palacio Episcopal (ambos del siglo XVIII) y la Casa Consistorial de la ciudad, del siglo XIX, componen un trío inicial de ases en esta ciudad, siempre acompañada por el río Segura en su descenso. Lo que fue el antiguo centro de la ciudad es hoy el Jardín de la Glorieta, punto de entrada a un entramado urbano medieval de época andalusí en el que sus calles peatonales, como las de la Platería y la Trapería, nos sorprenden con bellas fachadas. En la misma calle Trapería se encuentra el Casino de Murcia, mezcla de distintas corrientes artísticas que coexistieron en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX y que es hoy el edificio civil más visitado de la ciudad, junto al emblemático León del Malecón.

Murcia no podría entenderse sin la dramática imaginería del escultor Francisco Salzillo. Un museo custodia los pasos creados por el genial murciano para la procesión de la mañana del Viernes Santo, así como su conocido Belén. Los hallazgos arqueológicos de otras eras son también constantes en esta ciudad. Pueden visitarse en el Convento de Las Claras, en el Museo Arqueológico, en el Museo de la Ciudad, en el de Bellas Artes e incluso al aire libre, como en el enorme yacimiento aún por explotar situado frente al Palacio de San Esteban, sede del Gobierno Regional.

La Plaza de Santo Domingo es uno de los puntos de encuentro más apreciados por los murcianos. Lugar ideal para comer en la terraza de alguno de sus restaurantes y luego poner rumbo a la Casa Cerdá (siglo XX), al Palacio Almodóvar (siglo XVII pero reformado en 1908), a la Capilla del Rosario (siglo XVI) y al contiguo Convento de Santo Domingo (siglo XVIII). La Plaza de Julián Romea es otro punto caliente de la ciudad. En ella, su teatro convive con varios palacetes, como el de Vinader, del siglo XVIII. A la caída del sol es un buen momento para acercarse a la Plaza de Santa Catalina, considerada como la plaza mayor de la ciudad, que conducirá al visitante hasta la famosa Plaza de las Flores, epicentro del tapeo en Murcia.

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