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Silencio en la llanura de los Montes de Toledo

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El silencio y los campos de cereal rodean este municipio asentado en la llanura de la comarca de los Montes de Toledo, 25 kilómetros al sur de la capital. Tranquilidad y buenos alimentos (embutidos, quesos de oveja, aceite de oliva, vino, dulces…) en un pueblo que es villa, como mínimo, desde el siglo XII, como atestiguan los documentos más antiguos. Y un monumento algo posterior (siglo XVI) es el que recibe al viajero si este llega desde el norte, después de que haya dejado atrás un largo parque arbolado y decorado con viejas y grandes tinajas de barro. Se trata de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, una construcción rectangular con un pequeño ábside de tres paramentos, toda ella realizada en aparejo toledano (mampostería con ladrillo). La fachada está rematada con una mínima espadaña con campana en una de las esquinas.

Siguiendo el recorrido hacia el interior del pueblo, en sus calles se encuentra la iglesia de Santo Domingo Guzmán, construida probablemente en el siglo XIII sobre los restos de una fortaleza anterior. Tiene una nave central y pequeñas naves laterales a modo de capillas, así como un retablo renacentista de notable valor artístico en el interior. Fuera del pueblo, tomando el camino de Ajofrín, sobre el arroyo del Prado encontramos el puente Ajofrín, formado por dos arcos de medio punto. Su fecha de construcción no está certificada, pero se cree que se edificó en el siglo XVI sobre otro de origen romano.

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