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Santa Perpètua de Mogoda

La agraciada

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No la llamamos así porque allí tocasen dos cuantiosos premios del Gordo de Navidad en 2015. Esta localidad es afortunada por su gran historia. Sus antepasados se remontan a las civilizaciones íberas. Sin embargo, el antiguo poblador más importante fue el romano de cuya presencia se conservan tesoros como el horno donde cocían sus “chacharritos” de cocina. Actualmente, el corazón de Santa Perpétua de Mogoda se encuentra en el Parc Central y es de color verde y azul. Verde de la vegetación; azul del anchísimo lago. De dicho corazón parten, como venas, todos sus núcleos de población, destacando el importante Casco Antiguo y el bellísimo Barrio de Mogoda con sus imaginativas construcciones del siglo XV al XIX. En general, sus calles son muy amplias y soleadas, están surcadas por árboles y por ellas se pueden encontrar parques infantiles de columpios. De entre ellas sobresale el urbano paseo de la Florida y el natural paseo de la Riera. También se pueden encontrar fuentes que conjugan antigüedad- la de Santiga- con modernidad- la multicolor Fuente del Lago-.  Los monumentos más destacables a los que llegan estas “venas” de calles son la Masía de Can Oller, cuyas ventanas góticas guían los ojos del turista como la voz de las sirenas a los marinos, y el castillo de Can Taió, que, aunque no lo parezca por sus almenas y sus puentes, no es medieval sino del siglo XX. Su gran edificio religioso es la iglesia parroquial de Santa Perpètua, una sugerente combinación de almenas, campanario, una torre icónica y un arco de piedra. Otro templo que merece la pena visitar es la melancólica iglesia de Santiga cuyo mayor punto turístico es el evocador Muro de los Poetas, cuajado de madreselva. Y ya a las afueras, late la naturaleza de montaña de su bosque de Can Oller y su Espacio natural de Santiga.

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