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Sax

Vestigios islámicos

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Pasear por Sax significa retroceder en el tiempo. Un viaje que nos transporta a la época arábiga a través de su casco antiguo. Con la sierra al fondo, irregular y en clara pendiente, no puede esconder su pasado, dibujado en cada centímetro de sus estrechas vías, entre las que destacan la del Ciervo o la del Peligro. Varias casas medievales y bellas construcciones flanquean su calle Mayor. Allí, la Casa de la Inquisición o la de Alberto Sols son solo una pequeña muestra de lo mucho que guarda esta localidad alicantina. En ella, su castillo homónimo, presidido por dos enormes torres y con origen inconcluso, la iglesia de la Asunción, del siglo XVI, o la Ermita de San Blas, diocechesca y que rinde homenaje al patrón de la villa, reclaman un protagonismo más que merecido. Al igual que su interesante pozo de nieve o, si se pasa por la plaza de España, la ermita de la Soledad, última pieza viva del antiguo camposanto. Rico en arquitectura, Sax también deja espacio para la Naturaleza, un aspecto en el que destaca el precioso paraje natural de La Torre, o El Plano, espacio perfecto para los amantes del senderismo y donde los pinares son los reyes. A continuación, y sin aún quedan fuerzas, nada mejor que disfrutar de la variada gastronomía local, mención especial para el gazpacho sajeño, acompañado de un buen vino o de una copa de mistela.

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