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Vigo

Ciudad distinguida y con sabor marinero

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Cuando cae esa lluvia débil y fina (conocida como la 'babuña'), el viajero se pregunta dónde se encuentra toda esa muchedumbre que convierte a Vigo en el municipio gallego más poblado. Lejos de su Gran Vía hay cierto aroma impregnando el ambiente: la proximidad del mar se inmiscuye en los sentidos del visitante. Una de las cualidades que llama la atención nada más pisar la ciudad son los desniveles. Y es que las colinas han generado que tanto el casco antiguo como los alrededores no estén en planicie y sea necesario un leve esfuerzo para transitar.

Destaca, también, la prevalencia de tanta zona verde próxima a un casco histórico declarado Conjunto Histórico-Artístico. Es un claro ejemplo de cómo la naturaleza se 'sube' encima de la ciudad disputándole el terreno palmo a palmo. El origen pesquero ha dejado como herencia en Vigo una urbe de marcado sabor marinero. En el barrio de O Berbés se articula el embrión de la ciudad, con espacios como la Plaza de la Constitución, con sus hermosos soportales en piedra, y la Concatedral de Santa María, de origen neoclásico.

Las calles y edificios simbólicos de la ciudad reconstruyen siglos de historia atrapados en los muros de la Casa de Ceta o Arines, junto a la Colegiata, hasta la sede del Colegio de Arquitectos. Icónicos son el Teatro García Barbón, el edificio neobarroco de Antonio Palacios, el Hotel Universal o el edificio Sanchón. Cabe destacar también los jardines del monte de O Castro, desde cuya cima se puede contemplar una vista panorámica de la ría. 

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