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Zierbena

Montes con sabor a sal

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Zierbena está hecha de mar y de montaña. El comienzo de la comarca de las Encartaciones se da en ella, por lo que tiene que representar en poco espacio un ejemplo de lo que se va encontrando a lo largo de esta comarca vasca. Para ello se ha vestido de un enorme arenal, respaldada a un lado por el bravo Cantábrico y al otro por la naturaleza virgen que se dispone, en la playa, como un muro aislante de cualquier construcción. Sus costa recorre casi mil metros distribuidos en fina arena y en dunas que hacen de ellas un magnífico paisaje, donde practicar surf o descansar. Por eso, es probable que los aficionados al surf tengan referencia de este pueblo, sobre todo por su preciosa playa de La Arena, donde se practica con asiduidad este deporte. 

No solo el mar le da su encanto, aunque su bellísimo puerto deportivo le traiga la tradición pesquera y el sabor marino. Esta villa puede presumir de mar y montaña, de naturaleza senderista en los montes de Serantes, Montaño y Punta Lucero. El camino hasta ellos es arduo pero compensará a los ojos más artísticos y curiosos. Desde sus prominentes cumbres se obtienen las mejores panorámicas de la comarca, desde las que será posible abrazar la costa vasca, la cántabra e incluso algunos de los pueblos del interior del Gran Bilbao. Ellos también son los protectores del espíritu rural de la comarca con barrios de interior como La Cuesta, Valle, Kardeo y San Mamés.

A la caída de la tarde se agradece un paseo por el interior del pueblo, donde visitar la parroquia de San Román, que se remonta al siglo XII, aunque fue reconstruida en 1880, la iglesia de Nuestra Señora del Puerto, y la Ermita de San Ignacio de Loyola. Así es como se extiende Zierbena, entre el pasado histórico vasco y el mar Cantábrico, luciendo un vestido marítimo aderezado con el paisaje nevado de las montañas. Y tan solo a diez kilómetros del centro urbano de la capital del País Vasco.

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