Al acercarse Pentecostés, hermandades y feligreses ponen rumbo al pueblo de Almonte para venerar a la virgen del Rocío en el santuario de la Blanca Paloma. Esta romería es mucho más que una demostración de fe mariana, es una de las tradiciones más arraigadas en Andalucía, un recorrido cargado de sentimiento con el Guadalquivir como testigo. Durante los días de procesión se da una curiosa combinación: la del silencio y la fe, junto al cante y la fiesta.
Si nos animamos a hacer esta romería, sobre todo sin formar parte de alguna hermandad, debemos ir bien preparados, midiendo las provisiones de agua y comida para hacer frente al fatigoso recorrido y sin que el peso de la mochila se convierta en un lastre. Igualmente, la ropa deberá ser ligera y cómoda, especialmente el calzado, pero sin olvidar algo con que lo que abrigarnos en las madrugadas.
Existen varios caminos, como el de Moguer, el de Los Llanos o el Sevillano, pero la ruta más espectacular es la de Sanlúcar, que une la aldea a través de Doñana con la desembocadura del Guadalquivir. Además de ser un bello paisaje para los amantes de la naturaleza, es una curiosa estampa ver a la multitud de peregrinos cruzando parajes casi vírgenes.